En un video publicado en Tik Tok, a finales de agosto, se aprecia a un joven cortando un floripondio (Brugmansia) o más conocido como la flor de la burundanga. En el material audiovisual, cuya duración es de casi cinco minutos y tiene 130.8 K likes, el muchacho enseña a “meditar” colocándose la flor sobre sus ojos.

En la grabación, el chico advierte que no hay que ingerir el floripondio, pues se presentarían consecuencias como daño hepático y renal, aunque también manifestó que la ceguera podría ser otro efecto.

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Un oftalmólogo mexicano habló sobre el tema en Twitter y aconsejó no hacerlo, pues quien “medite” de esta forma podría terminar con una queratitis micótica, es decir, una infección en la córnea, producida por hongos.

La psiquiatra y experta en adicciones, doctora Julieta Sagñay, considera que esta práctica no solo se da en México, también se desarrollaría en Ecuador. Unos la huelen, otros la ingieren como té, pero hay quienes se la aplican sobre los ojos.

Sagñay afirma que varios de sus pacientes han experimentado con dicha flor. “Más lo hacen en el campo. Infusiones con dosis bajas (una o dos flores) los haría dormir, varias (de cinco en adelante, podría causar un cuadro psicótico. Si hay predisposición a tener una enfermedad mental, esta lo detonaría”, expresa la magíster en adiccionología.

Quienes colocarían las flores de 15 a 25 centímetros sobre los órganos de la vista, según la especialista, serían aquellos sujetos que estarían acostumbrados a usar LSD, una droga alucinógena que es un pequeño cartón de ácido que se colocan sobre el ojo.

Zuleika de Ceballos, madre de un preadolescente, confiesa su preocupación por esta práctica y por este tipo de publicaciones en Tik Tok. “Muchos chicos tienen cuentas en esta red social e imitan a estos influencers, quienes en varias ocasiones, son mala influencia. No conocía de esta información, conversaré con mi hijo al respecto y estaré más pendiente de lo que revisa”, declara la guayaquileña.

Víctor García también opina lo mismo, que hay que estar cerca de los adolescentes, sin que ellos se sientan asfixiados, pero dialogar sobre estos temas. “Este tipo de práctica se puede volver una moda, muchos jóvenes lo pueden hacer por curiosidad, novelería o lo pueden poner como esos retos absurdos”, así empiezan algunos en el consumo de sustancias estupefacientes”.

Jaime (nombre protegido), tiene 35 años, pero revela que a los 17 consumió té de burundanga, lo hizo por diversión, por curiosidad. “Te da risa, sientes que flotas, si te pasas de dosis (más de 4 o 5 flores) te da dolor de cabeza, pierdes el equilibrio; algunas personas entran en un estado de demencia, de psicosis. Un amigo hizo una infusión con 15 flores y perdió la vista de 3 a 5 días. Se te 'borra el casete'. A mí me dio como una especie de psicodelia, eso fue por pasarme de dosis, de 7 a 12 flores consumí. Los síntomas dependen de la persona”, cuenta.

Jaime manifiesta que a él le quedaron secuelas del consumo del té de floripondio: se le desarrollaron trastornos en su personalidad: bipolaridad, paranoia, entre otras comorbilidades complejas. “Uno nace con el trastorno, pero no tiene los estimulantes que los detonan”, concluye. 

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