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Al principio, José Gabriel sintió nervios, pero ahora está muy cómodo en las unidades de transporte.Ariana Almeida / EXTRA

¡El ‘vende-letras’!

Quiere ser escritor y viajar a Japón porque le encanta la cultura de ese país.

Cuando el hoy vendedor ambulante, José Gabriel Dávila tenía 11 años decidió que se convertiría en el mejor escritor del mundo. Con algo adicional: piensa que sus textos se convertirán en el “pasaje de avión” que lo lleve a Japón.

En aquellos tiempos sus relatos eran hechos a mano para conservar “ese tinte romántico”.

Hoy, no solo lo hace a computadora sino también los reproduce unas cien veces para venderlos a los pasajeros del Trole y Metrobus-Q a cambio del monto que ellos quieran pagar.

“Era vender mis escritos o sánduches y no quería vender sánduches”, confesó el muchacho.

Luego de conversar con sus padres entendió que, para su viaje, debía hacer un esfuerzo para recaudar dinero.

Fue así como comenzó su lucha. En ese entonces, antes de José Gabriel, un sujeto que vendía caramelos, bajo amenazas, dejó con los nervios de punta a los pasajeros, por lo que los escritos del muchacho, de 17 años, no tuvieron al comienzo la aceptación esperada.

“Estaba asustado, pero pasé por cada uno de los asientos. Solo una niña me extendió una moneda de cinco centavos... Lástima que ese día solo tuviera un relato erótico”, contó entre risas.

Su rutina es la misma. Antes de las 08:00 se sube a una unidad de transporte para comercializar sus letras. Su abrumadora disciplina no le permite retirarse de su lugar de trabajo hasta las 12:00.

“Me encanta. Cuando les hablo de mi sueño veo un brillo en los ojos de las personas. Algunas me dan una moneda y otras muchas bendiciones”, añadió. En la tarde, la jornada se repite: empieza a la una y no para hasta las cinco.

Aunque ahora es todo un ‘canchero’ en los autobuses, al principio no fue sencillo. “En mi primer día de trabajo me robaron. Cuando busqué mi teléfono para llamar a mi papá, ya no lo encontré. Tampoco estaba mi billetera”, dice.

Pese al lamentable incidente, José Gabriel continúa motivado.

“Sé que es una meta a largo plazo. Tal vez a unos cinco años, pero hay que ir reuniendo”, asegura.

José Gabriel mantiene un blog y redes sociales, donde comparte su material. “El blog se llama ‘voyescriviendo’. Escribo lo que veo”, concluye.

Los buses y sus vendedores

Para José Gabriel estar en la calle vendiendo sus letras lo ha hecho crecer. Muchos de los comerciantes ambulantes lo conocen y lo miran con simpatía, pues saben que hay un comprador para toda clase de productos. En una de sus jornadas, el muchacho logró reunir 30 dólares, hecho que lo motiva. “Cuando estoy en los buses soy el actor, no me preocupo de cuánto dinero me dan, solo de llegar a todas las personas. Cuando llego a la casa me convierto en el contador y ahí confirmo qué tan bueno fue mi día”, finaliza.