En sus seis años de estudios y el tiempo que tiene realizando el internado para ser médico, Ariel nunca había experimentado la impotencia de no poder salvar una vida, y menos presenciar el último suspiro de una persona.

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A las 02:00 de ayer, luego de terminar su jornada en un hospital, llegó al departamento donde reside, ubicado en un condominio del sector de Bellavista Alta, en el norte de Guayaquil. Casi tres horas después, los gritos de auxilio de varios jóvenes hicieron que despertara asustado. Al descender para ver qué ocurría en la planta baja, observó el cuerpo de una joven, tendido sobre el pavimento.

La chica, quien fue identificada como Karen Jara Cepeda, de 22 años, había caído desde el ventanal del cuarto piso del inmueble, donde desde las 22:00 del jueves compartía una fiesta con un grupo de amigos. La joven, según testigos, se sentó en el barandal, no pudo mantener el equilibrio y se fue de espalda, cayendo sobre el cemento de la planta baja.

“Cuando llegué de mi trabajo, escuché la bulla en el cuarto piso. Entré a mi departamento y me acosté a dormir. Luego, a las 04:50, escuché los gritos. Bajé para tratar de ayudar, pero ya era imposible, estaba agonizando. Se notaba que tenía destrozadas las costillas. Durante mi carrera para ser médico no había experimentado algo así. Me sentí impotente, la vi morir sin poder hacer nada”, relató el joven de 22 años, quien es oriundo de Machala.

Por los cortes de energía eléctrica que están afectando al país, la luz en este sector de Guayaquil se fue a la 01:00. El dueño del condominio encendió el generador eléctrico, pero esto solo los abastecía para encender los equipos de música que usaron los muchachos para la farra.

El hijo del dueño del condominio contó que, como hacía calor, uno de los invitados abrió uno de los ventanales y que la joven se sentó sobre el barandal. “Fue una imprudencia, quizás ella no se percató del peligro, perdió la estabilidad y cayó. Estuvo casi 10 minutos agonizando, fue un cuadro desgarrador”, relató.

Pasadas las 08:00 el cuerpo de Karen, quien estudiaba la carrera de Ciencias Económicas en la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), fue envuelto en sábanas, metido en una funda y embarcado en el carro de Medicina legal, para ser llevado al Laboratorio de Criminalística, a donde llegaron sus familiares.

“Estamos destrozados, no tenemos palabras. Desconocemos qué pasó”, manifestó con pesar una de sus allegadas, en los exteriores del instituto forense. 

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