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Los objetos encontrados en la casa son trabajos de brujería, según una especialista.Ilustración EXTRA

El trabajador que se encontró con los restos de un ritual de brujería en Carapungo

El hombre fue contratado para limpiar un inmueble que arrendaba una mujer de aproximadamente 60 años. Lo que halló le puso la 'piel de gallina'

Pedro ha trabajado en una empresa de cerrajería durante 24 años. Él tiene 37 y sus habilidades le han permitido ganarse la confianza del propietario del local, quien lo contrata para que le dé mantenimiento a sus propiedades.

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Hace seis días lo llevó hasta una de sus casas en Carapungo, norte de Quito, donde se topó con algo macabro: los restos de un ritual de brujería. “Cuando lo encontré, lo primero que hice fue prenderle fuego”, cuenta.

En aquella casa de dos pisos arrendaba una mujer de aproximadamente 60 años, quien aseguraba haber ejercido como abogada en su juventud, pero también vendía cosas de plástico, sombrillas y demás.

“Creo que alquiló la casa del jefe durante tres años. Lo que encontré fue muy extraño”, asevera Pedro. Al ingresar a la vivienda, un fuerte olor a alcohol y a hierbas le dio la bienvenida. Recorrió la propiedad para saber de dónde provenía ese ‘malaire’; sin embargo, no lo halló.

Con lo que sí se topó fue con cuatro objetos colocados y ‘adornados’ de una forma extraña. “Encontré un crucifijo de plástico que tenía la figura de Cristo. Estaba puesto bocabajo en el patio”, detalla. Cerca de este halló un objeto que tenía la forma de una mano y en cada dedo estaba pegado la imagen de un santo. “No recuerdo los nombres, pero son santos que generalmente los ves en las iglesias”.

En el segundo piso, en cambio, encontró plantas en cuyas hojas estaban incrustados un sinnúmero de alfileres. Junto a estos se topó con lo que considera fue lo más tétrico: un muñeco de trapo lleno también con alfileres.

Pedro no sabe si estos ‘trabajos’ eran en contra de su jefe o aquella mujer se lo hizo a otras personas. “Fui a donde un cura y le pedí que me bendijera agua. Eso boté por toda la casa para trabajar con tranquilidad”.

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Bloquear caminos

Tania Cáceres, cartomántica y especialista en temas esotéricos, detalla que los objetos encontrados sí forman parte de un ritual de brujería. “Es un ‘trabajo’ doméstico y no tiene mucho de santería o magia negra, pero la intención sí es para bloquear los caminos de alguien”.

Acota que para eso se usaron los alfileres en las plantas. A eso se suma el muñeco de trapo en el que también se clavaron alfileres. Lo que quería la persona que lo hizo es causar quietud y dolor en el ‘brujeado’.

“Cuando se colocan a los santos de cabeza es para que la persona afectada no reciba la ayuda de esos santos en caso de que les rece”, precisa Cáceres. Añade que si la mujer se llevaba con ella todos esos elementos, la brujería no habría funcionado.

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