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Los rayones ya son parte del paisaje urbano. Esta imagen se repite en algunas calles del centro de Guayaquil.Francisco Flores

Estas son las zonas del centro de Guayaquil que han sido vandalizadas

Los rayones están en bienes públicos, privados y zonas turísticas. Los ciudadanos exigen más control a las autoridades de la ciudad.

El grafiti se apodera de las paredes de bienes públicos y privados, condominios, el mobiliario urbano y hasta de las estaciones de la Metrovía ubicadas en el centro de Guayaquil. Aunque esta forma de expresarse tenga matices pintorescos, gran parte de la ciudadanía cree que representa vandalismo y la ausencia de control de las autoridades locales.

Basta caminar un par de cuadras alrededor de la calle Loja para encontrar edificios cuyas paredes se han puesto a merced de grafiteros.

No solo se distingue a un autor, pues sus firmas y/o nombres se intercalan entre sí. En los muros hay de todo: desde personajes, caricaturas, mensajes y diseños de letras, hasta zonas céntricas donde destacan rayones que no aparentan tener sentido.

Estos detalles no se escapan a la vista de Alfredo Iturralde, un residente que considera que la ciudad ha sido descuidada por su gente, pero sobre todo por la Alcaldía, liderada por Aquiles Álvarez.

“Hay que controlar a la juventud que anda con sus espráis pintando. Guayaquil está demasiado sucia, nosotros mismos somos desaseados, es falta de cultura”, argumenta el ciudadano, al demandar que el Municipio tome acciones ante el desorden del centro.

Wilson Gárate, otro ciudadano que trabaja en este sector, sugirió brevemente a sus conciudadanos que “amen a la ciudad y no rayen las paredes”.

El grafiti, presente en señaléticas y estructuras municipales, como estaciones de Metrovía y Aerovía.Francisco Flores

Los rayones también se apropian de las estructuras municipales, como los pilares que suspenden la red de la Aerovía, o la estación del Banco Central de la Metrovía, en la calle Pedro Carbo. Sobre esta misma calle, en la intersección con Aguirre, se divisa un edificio en desuso con grafitis que adornan todas sus esquinas.

Las cajas que contienen cables de telecomunicaciones, situadas en cada cuadra del sector, también muestran escritos y pegatinas.

Existen casos donde en las paredes pueden leerse mensajes antipolíticos, y en otros, obscenidades.

Entre la acera y los muros también se encuentran personas en situación de calle, convirtiendo dichas esquinas en sus dormitorios improvisados.

"Hay que controlar a la juventud que anda con sus espráis pintando. Guayaquil está demasiado sucia, nosotros mismos somos desaseados, es falta de cultura"Alfredo Iturralde,
​ciudadano

Por otra parte, hay ciudadanos a quienes no les hace ruido visual la presencia de estos trazos en la ciudad.

A Cristina Avellán, residente del barrio Garay, por ejemplo, le alegra el día ver un buen grafiti en la calle. “No creo que haga ver la ciudad insegura ni sucia. ¿Por qué en Guayaquil lo deberíamos ver como algo malo cuando es la oportunidad de apreciar el arte de las personas?”, cuestiona Avellán, quien sostiene que las calles grafiteadas son algo inevitable, porque la gente siempre va a buscar cómo expresarse.

“Es cultura”

Para entender mejor la cultura del grafiti y su intención, EXTRA conversó con Verónica Morán, quien ha plasmado su firma en diferentes diseños del centro. “Para mí es una cultura; que nos apropiemos de espacios en la ciudad es porque muchos de esos son abandonados, paredes en mal estado”.

Asegura que cuando va a pintar en casas habitadas sí pide permiso. Sin embargo, reconoce que hay espacios que han sido rayados sin intención artística. “A veces, los ‘tags’ (firmas) pueden que no hagan un aporte artístico, pero estos van más por protesta. Los artistas ven uno y ponen también el suyo; esos son códigos del grafiti”, explica Morán, quien insiste en que su comunidad rechaza que califiquen sus obras como vandalismo.

Algunos locales comerciales operan con las paredes manchadas.Francisco Flores

“Queremos terminar ese pensamiento, transformarlo. Es una expresión pictórica, una forma muy pensada de hacer algo; tener un estilo”, añade.

Daniela Calderón, quien tiene su negocio de papelería en Rumichaca y Vélez, piensa lo contrario. Ella expresa su malestar por lo que hay detrás de los rayones.

“En los últimos años se ha multiplicado ese ‘grafiteo’. Uno no puede tener una pared que recién se haya pintado que al día siguiente no esté rayada”, cuenta la mujer, al señalar que esto también provoca la llegada de personas consumidoras a apropiarse de las esquinas en las noches para hacer sus necesidades.

"Uno no puede tener una pared que recién se haya pintado que al día siguiente no esté rayada"Daniela Calderón,
​propietaria de un negocio

Al respecto, EXTRA solicitó una entrevista con el Cabildo para conocer qué acciones se están ejecutando, pero dicho pedido no fue contestado hasta el cierre de esta nota.

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