Exclusivo
Actualidad
Sismo en Ecuador: En Guayaquil, la 'pípol' llamó al 911-Dios
Momentos angustiantes se vivieron en el Puerto Principal por el temblor. Unos estaban de shopping, otros duchándose, algunos iban a almorzar, pero a la gran mayoría el movimiento telúrico los hizo orar
Era mediodía del 18 de marzo. Karina Rivera (56 años) y su padre, Marcos (86), iban a almorzar fuera de casa.
El adulto mayor se iba a vestir cuando de repente el departamento, ubicado en el décimo piso de un edificio en las calles Aguirre y Escobedo (centro de Guayaquil), empezó a ‘batirse’ como licuadora, relata la mujer. “Lo sentí con la misma intensidad que el terremoto del 2016. La tierra y el edificio rugieron, comencé a clamar a Dios misericordia”.
Karina cuenta que no podía dar un paso, solo quería llegar hasta su padre para abrazarlo y ponerlo a buen recaudo. Su progenitor tiene un mes de operado de una hernia inguinal. “Entre la fuerza de la gravedad y el piso que se ‘levantaba’, era incapaz de moverme. Por más que queríamos estar juntos, no podíamos. Mi padre se tuvo que sostener de la cama, no se podía ni sentar”.
El octogenario cuenta que desde las calles se oían gritos. El “Dios mío” no faltaba.
“Cuando ya cesó el sismo, le di tantas gracias al Señor, porque solo Él puede parar el movimiento de la Tierra. Eso no lo puede hacer el presidente de la República, la Cruz Roja, nadie. Somos inútiles, dependientes de la compasión del Todopoderoso”, concluye Karina, quien luego de dos horas del temblor sostiene que todavía tiene cortisol (hormona del estrés) en su cuerpo.
Anuncio y exhortación
En redes sociales circula un video en el que se ve a los compradores de un supermercado salir corriendo ante el movimiento telúrico de 6,5 grados, en el cantón Balao, provincia del Guayas.
Nunca me había tocado un temblor así😭😭 #Temblor #Guayaquil pic.twitter.com/ujckgA6Fmz
— Andrea (@andreaeo14) March 18, 2023
“Corre, corre”, “Tranquila, no pasa nada, este lugar es nuevo”, “Salida de emergencia” son las frases que se escuchan, sobre el sonido de las alarmas.
Katiuska Almeida sabe lo que es vivir algo similar. “Entiendo los nervios y la desesperación del momento. En el terremoto del 2016 yo estaba en un centro comercial y todos nos alocamos, no sabes qué hacer”, dice la mujer de 35 años.
En esta ocasión estaba en casa. “No puedo controlar mis nervios y me puse a gritar como ambulancia. Mi madre se puso a llorar, no por el pánico, sino porque me comentó que a las 11:00 (del 18 de marzo) le vino una palabra a la mente: ‘temblor’. Ahora entiende que fue Dios quien le hablaba. Ella se puso a orar. También me fijé que los pájaros estaban inquietos y mi perro aullaba”.
Su madre, Francisca Delgado, expresa que no pudo salir de casa, solo se abrazó a sus hijas.
“Si íbamos a la calle o estábamos dentro de la casa, pasaría lo que el Señor quería. Solo oraba pidiéndole perdón a Dios por el país. A Él no le agrada lo que estamos viviendo. Es una exhortación que nos hace a todos, pues le hemos dado la espalda. Con un sismo, todos se acuerdan del Todopoderoso. Solo lo tenemos para emergencias, pero Él no es burla de nadie”, advierte Francisca, quien luego de 45 minutos pudo comunicarse con sus seres queridos, pues se quedó sin luz ni internet.
Sonnia Lupera, de 46 años, estaba duchándose y da gracias al Señor de que no se resbaló en el momento en que tomó su bata para cubrirse y salir a ver a su madre (76), quien vive en el tercer piso de su condominio en la ciudadela El Paraíso.
“Las piernas me temblaban, fue el susto más grande. Gracias a Dios, mi pareja estaba con mi mami. Ella lloraba, le dio una crisis. Ahora estamos pasando el susto juntas”, manifiesta.
Los ‘crash’ de vidrios rotos, las puertas abiertas que se cerraban, los gritos y las oraciones fueron parte del susto que vivió el ‘manso’ Guayas.