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“¡Sentí vida en mis manos!”
En Santo Domingo, una madre dejó a su niño en una cuna que recibe a bebés cuyos padres no los pueden tener. El primer caso se reportó ayer.
Eran las 06:11 del 29 de junio, una mañana particularmente fría en Santo Domingo, cuando una alarma se activó en el Hogar Valle Feliz. No se trataba de un asalto ni mucho menos de un incendio. Aquel rebato que había despertado la curiosidad en la hermana Carmela Ewa Pilarska provenía de la Cuna de Vida...
Esta, inaugurada el 10 de diciembre del año pasado, tiene una sola misión: acoger a través de una ventana de 70 centímetros de largo y 50 de ancho a bebés cuyos padres no pueden –o quieren– tenerlos, y así evitar que aquellos seres humanos de dos o tres kilos de peso, recién llegados al mundo, acaben en quebradas, en fundas de basura o viejos cartones. A la intemperie. En el frío.
Construida con un llamativo sistema electrónico, dotado con cámaras de vídeo, un sensor de peso, códigos de seguridad, la cuna no había acogido a ningún niño. Hasta ayer...
Tras recibir la señal de que algo había sido dejado allí y esperar diez minutos (para que el padre o la madre puedan guardar su identidad), Carmela, directora de la casa hogar, usando mascarilla y guantes fue hasta la cuna, situada en la entrada del centro, y allí encontró a un pequeñísimo varón, de unos siete días de nacido, con abundante cabello, ropita azul y una cobija verde. Lloraba.
Como manda el protocolo, lo alimentó con un biberón, lo arrulló y en ese momento Carmela, nacida en Polonia y de la orden religiosa Benedictinas Misioneras, sintió “vida” entre sus manos. “¡Funcionó!”. El proyecto –pionero en Ecuador– impulsado por ella daba resultados. Y allí estaba esa criaturita entre sus brazos. No en una quebrada. No en un cartón. No en una funda de basura...
Desde la casa hogar llamaron al ECU-911 y a la Dinapen, policía especializada de niños, niñas y adolescentes. Llegó una ambulancia. Revisaron al pequeño: se encontraba estable, pese al frío que hacía. Si lo abandonaban en la calle hubiese muerto, sentencia la hermana.
A las 07:00 lo llevaron al Hospital de Santo Domingo. Allí confirmaron que estaba desnutrido y que era prematuro (cuando nace antes de completar 37 semanas de embarazo). La mamá del varón probablemente dio a luz en un centro de salud, dice Carmela, pues aún tenía colgado el cordón umbilical y su terminación delataba su nacimiento. Pero... “está bien (...) es una situación que se puede superar”, manifiesta emocionada.
¿Cómo pasó?
Según los disparos de una de las cámaras, pasadas las seis de la mañana la madre llegó al Hogar Valle Feliz y, antes de dejarlo en la cuna, tomó una carta que estaba dentro del cubículo. El sensor de movimiento se activó y captó en blanco y negro la mano derecha de ella. Luego de unos cinco minutos, el pequeño fue dejado en esa especie de moisés.
“Estimada mamá: acabaste de dejar a tu bebé... lo recibimos con mucho cariño y te aseguramos que va a estar bien cuidado”. Y continúa con el protocolo. También le dicen que no la juzgan, y que dentro de los primeros días se va a legalizar la estadía temporal del niño en la casa hogar. Si en 90 días la madre no regresa, empezará el proceso de adopción.
Carmela reconoció la valentía en padres que debido a la situación –que la pandemia ha empeorado aún más– deciden dejarlo a buen recaudo.
Al mediodía de ayer, el pequeño continuaba en el hospital. Pronto volverá a Valle Feliz, situado en la urbanización El Prado, calles Nicaragua y Perú. Pero no solo podrá vivir del amor de quienes habitan allí. También necesitará ropa, alimento, tal vez un coche. Por eso, si usted desea colaborar puede llamar al número 023-700-866.