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El sector Horizontes del Guerrero carece de obras y servicios
Las dificultades para llegar al sector del noroeste de Guayaquil no se comparan con los problemas que padecen los habitantes.
No son alpinistas, pero frente a las adversidades aprendieron sobre esta técnica prácticamente a la fuerza. Caminos irregulares de tierra, unos más empinados, otros más angostos: así es la ruta para llegar o salir de la cooperativa Horizontes del Guerrero, ubicada en el noroeste de Guayaquil.
A este asentamiento solo se puede llegar a pie, ya que hasta los vehículos todoterreno se quedarían ‘varados’ antes de alcanzar la cima del cerro, considerado uno de los más altos de la Perla del Pacífico.
Los inconvenientes son más palpables cuando ocurre alguna emergencia.
Un ejemplo es lo que aconteció el 29 de mayo pasado, cuando un incendio consumió tres viviendas de caña guadua de la manzana 1.080, dejando en la intemperie a una decena de personas.
Los moradores fueron quienes lograron evitar que el fuego se propague, pues el carro cisterna de los bomberos se quedó en la parte plana. Fue imposible subir esos 300 metros.
¿Y los bomberos? Pues los vecinos comentaron que los miembros de la casaca roja prácticamente llegaron ‘con la lengua afuera’ y cuando el flagelo estaba casi controlado.
“Tuvimos que desconectar los tubos del agua potable, porque aquí no hay hidrantes”, contó Omar Sánchez, quien llegó al sector hace 15 años desde Jipijapa, Manabí.
Ni qué decir de cuando les toca trasladar a un enfermo. Deben hacerlo sin perder el equilibrio y agarrando bien al paciente, para evitar una tragedia mayor.
A propósito, el agua potable es el único servicio público disponible en esta cooperativa, desde hace cinco años. Pocos vecinos de la falda del cerro tienen medidor de energía eléctrica. Los de arriba obtienen la luz de manera clandestina, a través del cableado de la calle principal que separa el sector de Socio Vivienda 1.
También ven lejanas las posibilidades de disponer de alcantarillado sanitario, siendo los pozos sépticos la única alternativa.
“Es verdad que muchos nos asentamos aquí de manera ilegal, pero obligados por las escasas posibilidades económicas de tener una vivienda”, señaló Pablo Jaime, quien arribó con su familia hace más de una década.
Por las dificultades del terreno, a los que han tenido la oportunidad de comprarse una motocicleta o un carrito les toca dejarlos guardados en un garaje de Socio Vivienda, comentó su vecino Enrique Reyes.