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Navidad: Un regalo de amor y esperanza para los hogares donde la violencia les arrebató a un inocente
50 niños de entre 0 a 12 años han sido víctimas de muertes violentas en el país. EXTRA hizo posible que en dos familias por un momento olvidaran el dolor de haberlos perdido
Un espacio vacío es la representación de la tragedia que les arrebató a uno de sus integrantes. Los sentimientos de tristeza y alegría hoy confluyen en los hogares de 50 familias ecuatorianas, que víctimas de violencia criminal perdieron a un inocente, quien con una sonrisa iluminaba cada espacio de su casa en esta noche, en la que se celebra el nacimiento de Jesús.
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Fernanda, de 10 años, y Joaquín, de 11, son el reflejo de la crueldad con la que ha actuado la delincuencia, que sin importarle que entre sus objetivos haya niños para detonar sus armas de fuego. Ahora, para sus padres, hermanos, abuelos, tíos y primos, la conmemoración de la Navidad tiene un sabor amargo, que tratan de suplir con el amor en familia.
Jhon tiene apenas 7 años y ya conoce de cerca lo que es el dolor de perder a un ser amado. Fernanda, su hermana mayor, fue asesinada el 31 de mayo pasado. Ella fue alcanzada por un proyectil, en medio de una balacera registrada en el bloque 22 de Paraíso de la Flor, en el noroeste de Guayaquil.
Por un instante, el pequeño y Mathías, su ñaño de 10 años, olvidan su pesar y disfrutan de los regalos y de los alimentos que EXTRA lleva a sus hogares.
“¡Mira, papá, es un carro; ¡no, son dos y son de colores! ¡Mathías, ya tenemos con qué jugar. ¿Hacemos una carrera?”, expresa emocionado, mientras sus pequeñas manos rompen de forma apresurada el papel que envuelve sus obsequios.
Sin perder tiempo, el niño coloca sus juguetes en el piso de madera de la casa de paredes de caña, donde cuelga una enorme pancarta con la foto de Fernanda. La vivienda está ubicada en La Ladrillera, uno de los sectores más peligrosos de Guayaquil.
En cuestión de minutos, la sala del domicilio se convierte en una pista de competencia de carros. Mathías, quien lo observa con beneplácito, también retira la envoltura de su regalo. “¡Es una pelota de básquet, la que teníamos ya se dañó! Mi hermana estuviera contenta, le encantaban estas fechas”, comenta en niño.
Sus padres, Antonio y Mariuxi, se deleitan con las sonrisas de sus dos hijitos. Ellos han sido su fortaleza para poder sobrellevar la pena de haber perdido a Fernanda, su primogénita.
- ¡A cenar se ha dicho!
Con la ayuda de su esposo, la jefa del hogar prepara la mesa para servir los alimentos. Para cenar hay pollo, chocolate y pan de Pascua.
Mariuxi no le quita la mirada a sus hijitos, quienes emocionados por sus obsequios juegan y corretean por toda la casa. De pronto, un descuido hace que la leche con la que prepara el chocolate se derrame al hervir. “¡Se me subió la leche!”, señala sin mayor preocupación, mientras se topa la cabeza. Nada le provoca angustia o enojo, la emoción de sus hijitos es más importante que cualquier contratiempo.
“¡Niños, ya es hora de sentarnos a cenar, vengan a la mesa!”, dice Antonio a sus hijos. Antes de probar bocado, el progenitor toma la palabra. Ora, pide por la salud de su familia y en especial que ya no haya más inocentes asesinados.
Los niños son los primeros en llevarse la comida a la boca. Jhon toma con sus dedos una presa de pollo, mientras sus ojos no le quitan la mirada a sus carritos. “¿Mamita, ya podemos ir a jugar?”, susurra, antes de levantarse y correr hacia donde están sus obsequios, que incluyen un juego de mesa.
“Este año ya no es lo mismo, falta la alegría y presencia de Fernanda. Es una fecha muy triste, solo nos quedan sus recuerdos. Hoy me levanto con una tristeza grande, para estas fechas mi hija me decía: ‘Hazme este peinado’. Sus hermanos lloran cuando la recuerdan, tenemos que ser fuertes y consolarlos”, expresa con su voz quebrada Mariuxi.
- ‘Devoraba’ la Navidad
Joaquín no solo era el menor de cinco hermanos, sino también el niño que con sus ocurrencias le ponía color a la Navidad. El pequeño fue asesinado a tiros el jueves 7 de septiembre, en el Guasmo sur de Guayaquil. Recibió 37 impactos de proyectil.
Tres de sus cuatro hermanas tienen discapacidad intelectual. Shirley (27 años), la hermana mayor, del 60 por ciento; su ñaña Jazmín (25), del 80 %, y la más pequeña, Lexy (17), del 30.
EXTRA también lleva regalos y comparte una cena con esta familia guayaquileña. Liliam, su tía, lo recuerda como el niño que, con su ingenio, para estas festividades ponía de ‘cabeza’ a la familia.
“Era el primero en sentarse a la mesa y saborear los alimentos. Mi sobrino era quien más disfrutaba de la Navidad. Le encantaban estas fechas porque Álex, uno sus tíos, cumple años justo el 24. Mi sobrino era un comilón, comía de todo. Solo pedimos fortaleza para sobrellevar su partida”, expresa.
Fernanda y Joaquín ya no están con sus seres queridos, pero viven eternamente en sus corazones y son esa luz que necesitan para poder seguir y avivar la esperanza de que ya no haya más niños víctimas de la violencia criminal.
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