Los moradores de la ciudadela 23 de Julio y Ciudadela El Ejército, sur de Quito, vieron con esperanza la construcción de la réplica del colegio Central Técnico.

Pero eso se convirtió en pesadilla desde diciembre de 2019, luego de que la obra quedara abandonada y se transformara en un foco de inseguridad.

En el inmueble que inició su construcción en julio de 2017 se pueden ver las mallas oxidadas y las hierbas crecidas. Hay un letrero que indica ‘Hombres trabajando’, aún cuando no hay ni un solo trabajador en el complejo. El panorama es tétrico y desolador.

Héctor Pullupaxi, morador de la zona, contó que hace unas semanas asaltaron a su hijo. “Fue a plena luz del día, le quitaron el celular”.

Además, debido a la creciente inseguridad –y porque su casa queda junto al colegio– decidió cambiar la puerta de su garaje. “Antes era manual, ahora es con control para darle menos oportunidad a los delincuentes”, indicó.

GUARIDA

La inseguridad se genera, según los vecinos, porque los delincuentes se trepan por los muros de la obra inconclusa luego de asaltar.

“Además es muy fácil porque las paredes son bajitas”, dijo Verónica Reinoso, dirigente barrial.

En su calle –la OE2F– los moradores han optado por colocar cámaras de seguridad por su propia cuenta, aunque reconoce que “ayuda básicamente para saber cómo y a qué hora son asaltados”.

De todas formas se ha esforzado por combatir la ola de inseguridad que se agudizó con la pandemia.

Lo que también se agravó fue la situación de la obra, puesto que además de que hubo problemas administrativos con el contratista, la pandemia paralizó todo, según Gabriel Casañas, subsecretario de Administración Escolar.

“Después de la desaparición del Secop (Sistema Electrónico para la Contratación Pública), el Ministerio de Obras Públicas está a cargo de la construcción”, aseveró el funcionario.

YA ESTÁ LA PLATITA

Casañas recalcó que la paralización se dio en el gobierno anterior, pero que ya se realizó la transferencia de 1’100.000 dólares para concluir la obra. “Es lo que está estipulado para terminar la construcción, pero si hay un rubro adicional nos lo notificarán en adelante”, precisó.

Luis Real vive a pocos metros del colegio y ha visto cómo los pillos se trepan por los muros. “Parece que duermen adentro. También se han llevado el material que dejaron los trabajadores”, dijo.

El subsecretario comentó que sí se había previsto eso y que el contratista anterior sí puso a buen recaudo el material de construcción.

El Ministerio de Educación prevé inaugurar el colegio para el próximo año lectivo. Espacio que buena falta hace, pues “hay sobredemanda de cupos en colegios fiscales”, según Casañas.