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Quito

Los vecinos temen de decir algo por miedo a que les agredan.AAM

Inseguridad en La Tola: La ‘plaga’ no se muere

La intervención de la Comisaría a la ‘Casa del Chavo del 8’, no alejó la inseguridad. Los vecinos dicen que no hacen nada por temor a represalias.

La inseguridad es una ‘plaga’ difícil de erradicar en La Tola, un barrio emblemático del Centro Histórico de Quito.

Hace dos semanas, la Comisaría de Policía intervino la ‘Casa del Chavo del 8’, una vivienda infesta de delincuencia, riñas, irregularidades y hasta contrabando. Cerca de ahí ocurrió un crimen. Una colombiana, apodada la Chimuela, apuñaló a un hombre.

Cuando Sonia Vásquez supo que los uniformados ‘pelaron’ el inmueble sintió alivio. Lo dejaron limpiecito. Sin embargo, esa sensación de paz no duró ni un par de días.

Hasta uno de los negocios clausurados, en donde supuestamente vendían ‘guanchaca’, mantiene sus puertas abiertas de par en par.

Hoy, una vez más unas 30 personas residen o transitan por allí. Hay algunos cuartuchos con gente de mal vivir. Las otras habitaciones tienen las cosas que las personas usan para las ventas informales”, explica la mujer.

"No nos queda de otra que salir con cuidado. No meternos con nadie. Llamar a la Policía no es una opción, puede haber represalias”.Sonia Vásquez

Ella ha vivido 40 años en el sector y le apena que esa cuna de destacados deportistas como el boxeador Eugenio Espinoza esté tan deteriorada. No pueden hacer nada, asegura. El miedo por las represalias los ha contaminado. “Si uno ve que están haciendo algo malo, mejor pasa de largo. Antes no era así. Todos nos uníamos y no dejábamos que la inseguridad se extienda”, precisa.

Hace dos semanas, la Policía intervino el lugar. Sacó alcohol adulterado.RENÉ FRAGA

Los cambios

Kléver (nombre protegido) vive a escasos metros de esa vecindad del terror. Escucha los pleitos en la noche. Ve salir a los ebrios en la mañana. Se estremece con el vaivén de armas, licor y droga. “Nos tienen amenazados. Ni locos llamamos a la Policía. Es mejor no meterse con esa gente”, revela.

Pablo, otro residente que quiere mantenerse en el anonimato, explica que aunque la delincuencia está en su punto más alto en La Tola, la ‘Casa del Chavo del 8’ siempre ha dado problemas.

Hace cinco años, una veintena de bandoleros se tomó la casa. “Se escondía en el portal con cuchillos cuando alguien pasaba lo metían a la casa y lo desvalijaban. A esa pobre gente la dejaban sin nada”, describe.

Cuando los bandidos se fueron, la vieja casona, con muros despintados y un gran patio central, fue entregada a provincianos de la Sierra ecuatoriana. “Ahí ya no había tanta inseguridad. El problema es que las cáscaras de las habas, las papas, los choclos quedaban botadas en la calle. Esto se volvió un botadero”, detalla.

Por la crisis que dejó la pandemia, los inquilinos migraron a la ‘Yoni’. Ahora hay nuevos visitantes que riegan la ‘plaga’ sin miedo. “No se puede hacer nada. Yo soy un hombre viejo que vive solo. Me pueden ir matando”, reclama el habitante.

Él, como muchos de sus vecinos, prefiere mirar al otro lado y quedarse con el recuerdo de La Tola de antes.