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Quito

Irene prepara sus alimentos en una cocina de leña, en la terraza de una casa prestada.Karina Defas

Duelo y desamparo: familia de Tontón sobrevive en condiciones precarias

Por la falta de recursos, el cadáver de un joven estuvo 19 días en su casa. Su madre ya no pudo volver al inmueble por la contaminación, su hija la acogió, pero no tienen ni una cocina.

Irene Caguasquí aún está calmando su corazón, luego de enterrar a su hijo David Molina. Tuvo que salir de la casa en la que vivía, en San Roque, centro de Quito, por la contaminación que pudo haber causado su cuerpo en descomposición. Lo tuvo allí por 19 días.

Ahora está acompañada de Zeus, un cachorro, y su hija Elizabeth Caguasquí en unos cuartitos ubicados en el sector de La Libertad, también en el centro.

Si bien tuvieron alivio de que su ser querido fuera sepultado gracias a la ayuda de una fundación funeraria el 30 de septiembre pasado, cuyo drama fue publicado por EXTRA, los sufrimientos no terminan.

Las pocas cosas que Irene tenía quedaron en la vieja casa que cuidaba en la calle Rocafuerte y donde tuvo el cuerpo de Tontón, como conocían a su hijo. “Me dijeron que tenía que salir de ahí por la posible contaminación que dejó el cadáver”, comenta.

Si usted quiere colaborar con esta familia puede donar víveres, ropa, utensilios de cocina, útiles de aseo, comunicándose al 0979313711 de Elizabeth Caguasquí.

La exposición a esa contaminación, debido a que ella dormía junto al cuerpo, le ha provocado tos constante, le falta la respiración y ya ha sentido dolor en los pulmones.

“No tenemos ni para una sopa, menos para llevar a mi mamá a un médico”, relata Elizabeth, la única hija que le queda.

Dos de ellos murieron en el derrumbe de una casa que habitaban en San Roque hace dos años, tragedia en la que también perdieron enseres domésticos. “Es una desgracia tras otra”, agrega Elizabeth.

Una fundación funeraria apoyó a esta familia con los servicios exequiales para Tontón.GUSTAVO GUAMAN

NI OLLAS

Los cuartos en los que habitan ahora son fríos, oscuros y húmedos. No tienen mucha ventilación. La cama y las cobijas se las regalaron algunas personas caritativas.

Lo único que Irene guarda como un tesoro es una biblia negra, donde están las fotos de sus hijos. Tampoco la ha leído. “Si supiera leer con gusto supiera lo que dice ahí”, agrega.

Cuando el equipo de este Diario las visitó, ellas se alistaban a almorzar una tortilla de huevos con cebolla y tomate, sin arroz, ni ensalada. Solo una taza de café. Todo preparado en una cocina improvisada con bloques, una rejilla y palos ardiendo. “Tenemos una olla y una sartén, nada más”, dice Elizabeth.

EL CASO

El departamento de comunicación del Patronato Municipal San José informó a EXTRA que ya conocen la historia de Irene y su hija y que aún se evalúa la clase de ayuda que necesitan y que desde la entidad se les podría entregar.

Enfatizaron que un equipo técnico ya tuvo un primer acercamiento a Irene y que pudieron detectar que además de estar en situación de calle, también padece de adicciones. Para ello, apuntaron, sería crucial la voluntad de madre e hija de acogerse a los programas del Patronato.

Madre e hija no tienen trabajo y sobreviven en condiciones precarias.Karina Defas

Irene no volverá a la casa donde los restos de su hijo se descomponían. Los vecinos de zona contaron que desde ese día tampoco han lidiado con indigentes que se metían allí. “Pusieron candados en las puertas y ya no se ven a personas deambulando por ahí”, según Alison Torres, vecina del sector.

Al parecer, el alma de Tontón quedó en paz y la casa en la que habitó también.