Exclusivo
Quito
Drama: ¡Ayuda para Sarita, quien vive entre tanques de oxígeno, exámenes y pinchazos!
La madre dejó su empleo para cuidar a su hija, quien depende de oxígeno y atención ininterrumpida. Tiene que dormir prácticamente parada.
Angélica Ocaña no puede dejar a su bebé ni un minuto sola. Requiere de sus cuidados constantes para sobrellevar el reflujo esofágico con el que nació.
Sarita apenas tiene cinco meses, tres de los cuales los ha pasado en una sala de hospital, entre tanques de oxígeno, exámenes y pinchazos. “Por eso no ha tenido un desarrollo como los otros bebés”, dice la progenitora.
A partir de su nacimiento, Angélica no ha podido volver a su trabajo como secretaria ni ha podido retomar las ventas de ropa con las que sostenía su hogar. “Nunca pensé estar en esta situación, pensaba volver a la normalidad luego de dar a luz”, comenta.
Pero las cosas se complicaron al punto de que la pequeña también sufrió una neumonía que la hizo depender de un tanque de oxígeno.
Sin ahorros
En la maternidad pública en la que estaba internada no había especialistas, según Angélica, por lo que tuvo que llevarla a médicos privados. “Allí le diagnosticaron el reflujo esofágico”, explicó.
Ella vivía desesperada, pues cada vez que su pequeña se alimentaba se ponía morada o estaba a punto de desmayarse. Tampoco podía dejar de depender del oxígeno artificial. “En todos los exámenes, consultas y controles se me fueron todos los ahorros que tenía”, agrega.
Hace unas semanas organizó una rifa, dinero con el cual pudo afiliarse al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). “Me dijeron que necesitaría una cirugía, pero como es tan pequeña y tiene bajo peso corre el riesgo de morir”, comenta Angélica.
Por ello debe mantenerla casi de pie todo el tiempo. Tampoco puede comer en los horarios que cualquier otro bebé. “Debo alimentarla cada 10 o 20 minutos, porque puede comer muy poquito”.
Pero eso no es todo. Sarita tiene sus pulmones afectados puesto que la leche con la que se alimenta se filtró a esos órganos. Es por ello que, a pesar de que está en casa, aún depende del oxígeno sobre todo en las noches.
Sin poder trabajar
“En ningún trabajo te van a aguantar que no puedas ir tantos meses”, dice Angélica, quien perdió su empleo, pero también debió alejarse de su hija mayor que vivía con ella. “No poder ver a mi otra hija por estar pendiente siempre de mi bebé es difícil”, comenta entre lágrimas.
Todas las noches duerme con la pequeña en brazos, pues no puede perder su postura recta. Si acaso se cansa la acomoda con unas almohadas, pero no puede quedarse dormida. “Siempre estoy pendiente de que siga respirando. Es muy duro”, relata.
Esta rutina debe continuar por varios meses más, hasta que los galenos determinen que Sarita ha evolucionado bien a los medicamentos y a los cuidados de su madre.
“Quiero evitar en lo posible la cirugía porque es muy delicada. Sin embargo, corre el riesgo de no tener una infancia normal porque puede desarrollar asma, por ejemplo”, recalca Angélica.
Mientras tanto, todo lo que tiene la pequeña es donado. Su familia la ha apoyado, pero sin empleo es difícil sostener todos los gastos.