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Quito: Vecinos deben 'torear' al peligro
La gente del barrio El Conde debe correr entre los vehículos para cruzar la avenida Simón Bolívar. El contratista aduce que se deben soterrar los cables de alta tensión para continuar con la obra.
Cruzar los seis carriles de la avenida Simón Bolívar es una hazaña para los vecinos del barrio El Conde, en el sur de Quito, pues los vehículos circulan a no menos de 90 kilómetros por hora.
Es necesario ‘pegar el pique’ y estar atento para evitar ser atropellado por los carros. Es una ‘rutina’ que la repiten varias veces al día quienes necesitan ir al norte de la ciudad.
A pesar de ello hay un paso peatonal a medio construir, la estructura de cemento tiene las bases y algunas de las rampas, pero no hay trabajadores o maquinarias en el sitio.
Maryuri Chisaguano llega a la orilla de la vía rápida, acomoda su mochila y su termo de agua. Mira a ambos lados, un camión pasa a toda velocidad y la obliga a retroceder.
“Cruzo unas cuatro veces al día para irme a la universidad”, cuenta.
Vecina
Segundo intento: sus manos sostienen con fuerza sus cosas y corre en cuanto hay un espacio entre vehículos. Hace un pequeño descanso en el parterre y se pone de nuevo alerta.
Corre por los tres carriles restantes. Cuando llega a la otra orilla respira y sonríe. “A pesar de que la gente cruza siempre por aquí, los carros no disminuyen la velocidad. Somos nosotros contra ellos”.
La escena se repite con otros habitantes de El Conde, aunque también llegan desde otros barrios cercanos, pues la Simón Bolívar es una vía por la que circulan al menos seis cooperativas de transporte.
“El puente peatonal es una necesidad urgente. No podemos seguir arriesgando la vida”, agrega la estudiante.
Los cables
La Empresa Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas entregó esa obra a un contratista: Patricio Aguilar. Él dijo a EXTRA que el puente se empezó a construir en febrero, pero que ha habido algunos motivos para el retraso. Debió ser entregado a fines de mayo. “Durante marzo y abril hubo fuertes lluvias que no permitieron trabajar días completos”, explica.
Además, la construcción está paralizada, según Aguilar, porque cruzan cables de alta y media tensión que representarían peligroso para los trabajadores. “Incluso para las maquinarias”.
Este inconveniente no se vio al empezar la obra, por lo que han pedido prórrogas. “El contrato permite eso, tomando en cuenta las circunstancias adversas”, agrega.
Desde la Empresa Eléctrica responden que planes de soterramiento no existen por el momento, pero que habrá una inspección técnica luego de conocer la novedad a través de este Diario.
La inversión es de aproximadamente 200.000 dólares y el contratista prevé que la entrega sea en al menos dos meses más.
Hasta tanto, vecinos como Milena Maliza seguirán ‘toreando’ a los carros para salir del barrio. “Uno que puede caminar más o menos bien corre peligro, pero una persona mayor o con discapacidad solo sería atropellada”, reclama.
Contratista