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Luis Arequipa era recordado por sus amigos porque era un gran jugador de fútbol. Cortesía

Quito: A la tumba tras confiar en un ‘médico trucho’

Su familia denunció el hecho. El sospechoso quedó en libertad. La Fiscalía abrió una investigación previa. 

Roberto Arequipa lideró ayer la caravana que llevaba el cadáver de su primo, Luis Arequipa, quien falleció por coronavirus el fin de semana pasado.

Quería sepultar el cuerpo para continuar con el proceso legal en contra del supuesto médico que atendió a su pariente.

Según la denuncia que puso en la Fiscalía, una tía de Luis le recomendó que consultara con un doctor que había atendido a otros allegados de ella. Este les habría dicho que el paciente se recuperaría en tres días de tratamiento en su domicilio.

La familia contrató sus servicios el 17 de enero y cinco días después le dio un ataque respiratorio a Luis en presencia del médico tratante, quien intentó reanimarlo, pero fue tarde.

Lo llevaron hasta el Hospital del IESS Quito Sur, donde la doctora de turno confirmó su muerte y les solicitó a los parientes del fallecido que pidieran el acta de defunción al profesional que trató al paciente.

Sin embargo, el galeno abandonó la casa de salud. Los familiares lo llamaron a su celular insistentemente hasta que respondió cuatro horas después. Luego avanzó hasta el hospital y le dijo a la funcionaria que le entregara el certificado para que él lo pudiera firmar. A esto, la doctora le respondió que eso lo debe hacer él.

El cadáver de Luis fue sepultado en el cementerio de San Diego, en el centro de la capital.

En ese momento, Roberto escuchó al supuesto doctor identificarse con otro nombre y eso lo expuso a la jefa de guardia, quien llamó a la Policía para que se realizara una autopsia al cuerpo y llevaran detenido al hombre que se hizo pasar por otro profesional de la salud.

La jueza del caso dejó en etapa de investigación previa y solicitó la libertad del acusado, quien habría confesado que no tenía título universitario.

Sus amigos se despidieron de Luis con una caravana. Los carros tenían lazos negros.GUSTAVO GUAMAN