Los grupos terroristas tienen más plata para importar los componentes explosivos, armar una bomba casera y sembrar el terror a los capitalinos con sus atentados.

(Lea también: Los controles policiales y militares aplacan el miedo ciudadano, en Quito )

Así lo confirma el capitán Gabriel Bautista, jefe del área Antiexplosivos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR).

Según el oficial, los elementos para armar los artefactos son industrializados y traídos ilegalmente, por partes, desde Perú. Añade que son más eficaces y destructivos que los componentes que utilizaban antes como la pólvora.

Por ejemplo, la bomba que los grupos criminales abandonaron debajo del puente de Guajaló, en el sur de Quito, la mañana del jueves 11 de enero, estuvo a punto de explotar; sin embargo, según el capitán, la mecha no se consumió en su totalidad para detonar.

Bautista explica que si estallaba ese artefacto provocaba una tragedia en el sector. “Las consecuencias eran mortales para un diámetro de unos 50 metros a la redonda”.

El capitán añade que tuvieron que neutralizar el explosivo en el lugar y no podían trasladarlo a otro sitio porque estaba muy sensible. Cuando explotó hizo temblar la avenida.

‘Cazando’ terroristas

Manuel Jiménez fue uno de los nerviosos espectadores que presenció la explosión controlada debajo del puente de Guajaló. El ciudadano trabaja como repartidor en una moto y desde que inició el estado de excepción por la crisis de inseguridad que se vive, tiene miedo de circular por el sur de Quito.

“Aparte de que no dejan trabajar en paz, no se sabe cuándo pueda haber una explosión”.

En esta zona de la ciudad se han registrado varias amenazas de bomba. Algunas fueron falsas mientras que en otras simplemente no se activaron los artefactos explosivos.

Wilson Pavón, comandante de Policía de la capital, señaló que en varios de estos casos se han encontrado los mismos componentes con los que fabrican los dispositivos.

Añadió que bajo este contexto se ha solicitado a personal de inteligencia que determine si los atentados estarían en manos de una misma organización terrorista y, además, que se verifique la fuente de donde las importan.

El capitán Bautista advierte que las bandas criminales tendrían mayor financiación que antes para obtener componentes industrializados y que por eso arman dispositivos más potentes. Sin embargo, indica que en muchos casos no tienen el tiempo suficiente porque saben que la Policía ‘les respira en la nuca’.

Por eso, según él, en muchos de los atentados rocían de gasolina el artefacto y luego huyen del lugar. Esto podría activar o no a la bomba. Aunque también es un arma de doble filo, como lo que ocurrió con un presunto extorsionador, en Guayaquil, a quien se le reventó el explosivo en sus propias manos y murió en el acto.

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