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Don Caice se encarga de supervisar cada una de las carnes que ponen en la parrilla.Angelo Chamba

Los clásicos carros andinos que se transforman en restaurantes de madrugada en Quito

Los ricos platos abundan en esta parte de la Carita de Dios. Le contamos la historia de sus vendedores

Llegó la noche, la soledad, pero también el hambre. Quito duerme, pero pocos se arriesgan a recorrer las desoladas calles para buscar un ‘agachadito’ para matar lo que les ‘estruja la tripa’.

Son las 22:00 y las rieles del extinto tren que se pudren en la calle Casitagua del sur de la capital guían a los conductores hasta unos puestitos rodantes. Los carros se estacionan frente a aquellos negocios y unas chicas se acercan para convencerlos para que hagan el gasto.

Son unos ‘food trucks’ bastante criollos y llamativos. Si los estadounidenses muestran grandes camiones con comidas propias de su país, pues la Carita de Dios tiene su ‘jama’ tradicional sobre ruedas.

Son tres vehículos que llevan unos 20 años en La Villaflora. Dos son modelo Andino, el primer y único vehículo elaborado en Ecuador y que tuvo su auge entre las décadas del 70 y 80.

Las luces rodean las viejas carrocerías que se adecuaron para vender comida. Sobre el ‘lomo’ de los autos están sus propietarios como Policarpo Bohórquez, de 66 años. De bigote entrecano y carismático da la bienvenida a este minipatio de comidas.

"El negocio ha bajado bastante y todo por culpa de la inseguridad. Estamos expuestos a los delincuentes"Policarpo Bohórquez
​Vendedor

Aprovecha que dos clientes devoraron sus platos y se marcharon para conversar sobre la historia de este emblemático, pero escondido espacio. Se remonta primero a la historia de su acompañante.

“Lo compré hace unos 35 años. No recuerdo el precio, pero creo que fue en unos 400 sucres. Me perdonan si me equivoco”, asegura. Y sí, el precio está mal. Para ese año, posiblemente un carro de este tipo costaba un aproximado de 20 mil extintos sucres.

Apenas lo tuvo, este tallador y pintor pensó de inmediato en ‘tunearlo’ para vender comida. “Sé algo de mecánica y yo mismo lo adecué”, menciona parado dentro del balde del Andino.

En los 'food trucks' se pueden encontrar combinaciones como guata - chivo, chivo - carne.

Los platos

El servicio puede ser hacia el mismo auto cuando de mimar al cliente se trata.Angelo Chamba

Latas colocadas como paredes y un techo como una vieja casa le dan el aspecto característico a este vehículo que carga pesadas ollas con los ‘matambres’.

Policarpo, quien asegura ser pariente de Ximenita, la esposa del expresidente Lucio Gutiérrez, oferta las clásicas guatas con huevos duros, los ‘platazos’ de seco de chivo o de gallina, así como de papas con cuero. Los ‘bajativos’ no son más que unos grandes vasos con avena que se enfrían solamente con el frío de las madrugadas.

Junto a él, nieto del escultor que hizo el sillón presidencial para el Palacio de Carondelet, está otro Andino cuya propietaria decidió no ir aquella noche. La secunda su colaboradora Miriam Enríquez, de 46 años y que ha dedicado 25 a la preparación de los ‘agachaditos’.

“Ofrecemos lo mismo que don Policarpo, solo que le aumentamos el caldo de gallina y el seco de carne”, cuenta mientras sirve un plato desechable por el que se desborda la comida humeante.

"Los horarios varían, pero generalmente llegamos a las cinco de la tarde y nos vamos a las cinco de la mañana"Mirian Enríquez
​Comerciante

Los días más productivos son los viernes, sábados y domingos. Y empiezan desde las 17:00, pero todo se prende a partir de las 20:00. “Cuando nos va bien, nos quedamos hasta la cinco de la mañana”.

Así como Miriam o Policarpo, ese mismo horario lo cumple Mariana Castillo (62), quien es la única que no tiene un Andino, pero cuyo vehículo no le envidia a sus compañeros.

“En realidad ofrecemos los mismos platos, pero cada quien le pone su toquecito”, detalla la mujer, quien considera que no hay competencia entre ellos, sino una relación de “hermandad”.

Sus 35 años de labor le ha permitido pagar los estudios de sus cuatro hijos.

Los asados

Detrás de los parrilleros se colocan mesas y sillas para los clientes que deseen comer ahí.Angelo Chamba

Estos ‘food trucks’ criollos quedan atrás, cuidándose entre ellos de la inseguridad que rodea la zona.

El recorrido continúa por la avenida Alonso de Angulo, también en el sur, y una fila de carros que apuntan a unas carpas rojas es la señal de que algo rico se vende ahí.

En ambos puntos, los precios van desde 1,50 hasta los tres dólares.

El humo delata la comida que preparan. Son los asados de Don Caice, quien tiene una particularidad que lo diferencia. Su dueño es Luis Caicedo, de 45 años, quien llegó de su natal San Lorenzo, Esmeraldas, cuando tenía 20, y su negocio lo difunde a través de TikTok.

Sin quererlo, este esmeraldeño se ha convertido en una estrella en esa plataforma digital, pero también en la vía. Por su carisma en redes, le ‘llueven’ los clientes.

"Dando gracias a Dios sí tenemos clientes. Mucha gente me conoce y sabe de la calidad de lo que ofrecemos"Luis Caicedo
​Parrillero

“Hermano, ven a comer en parrilladas Don Caice”, es uno de los lemas que difunde en los tantos videos que lo han hecho popular y que le han otorgado la fidelidad de más de 40 mil seguidores.

“Vine para buscar un futuro mejor. Empecé trabajando en un conocido chifa y por eso mi especialidad es la comida china, pero mi esposa es la que me enseñó esto (las parrilladas)”, cuenta cerca del fogón.

La eterna compañera de vida y de negocios de Don Caice – como lo conocen sus clientes- es Paula Lozano (42). “Luego de que mi esposo saliera del chifa, empezamos la venta en la calle”, explica la ‘ñora’.

Sectores como La Tribuna del Sur, El Ejido, Carapungo también tiene puntos de venta de comida en la calle.

Hace más de nueve años, dejaron la vía pública para por fin levantar su negocio y dos locales fueron el fruto de ese esfuerzo. Sin embargo, llegó la pandemia y tuvo que cerrar los locales que tenían en el sur. No había plata para pagar los arriendos. “Por eso decidimos, hace poco, regresar a la calle”, cuenta la pareja.

Sin embargo, eso no los ató de manos y volvieron a donde empezaron, pero con el plus de las redes sociales. Ahora, las carnes, las chuletotas, el pollo y todo lo que pueda asarse es el ‘salvavidas’ de esta familia y de quienes recorren Quito para matar el hambre por las noches.