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Quito | Las lecciones que dejó el aluvión de La Gasca: ¿Recuperaron lo perdido?

A tres años de la tragedia en La Comuna y La Gasca, vecinos y autoridades cuentan todo lo que han tenido que pasar

Cuando llueve cerca de la quebrada de El Tejado, los vecinos están pendientes del chat comunitario y de sus familias. “Enseguida preguntamos si ya llegaron a la casa los que están afuera”, dice Patricio Sanguña. Nada es igual desde el 31 de enero de 2022.

Esa tarde permanece intacta en la memoria del vecino, quien perdió una camioneta y parte de su negocio. “Era un monstruo de unos cuatro metros, yo lo vi de frente”, relata, refiriéndose al aluvión que se llevó 29 vidas en los barrios de La Comuna y La Gasca.

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Este mes se cumplen tres años desde la tragedia que conmocionó a la capital y puso a trabajar al Cabildo para evitar que ocurra nuevamente. Sin embargo, no ha sido la única. Patricio, quien también es el presidente del Comité Comunitario de Gestión de Riesgos, ha estado en dos aluviones más: el de 1975 y el de 2024. “En el primero murieron como cuatro personas, yo estaba en la escuela. En el último (abril de 2024) se dañó mi casa nuevamente”, recuerda.

Las lecciones que dejó el aluvión

Ernesto Fonseca, subgerente de Saneamiento de la Empresa Metropolitana de Agua Potable y Alcantarillado (Epmaps), explica que desde entonces se ha buscado mejorar la estructura de la quebrada. “La torre de captación era muy baja, y la hicimos más alta porque esa vez todo el material (lodo y escombros) quedó sobre la estructura”, asevera.

El funcionario explica que ahora trabajan con la comunidad, pues son los vecinos quienes dan aviso de alguna novedad. “No solo Epmaps, sino Gestión de Riesgos, Obras Públicas y la Administración Zonal”. Patricio reconoce que, a partir de la tragedia, el Municipio ha hecho intervenciones, como la colocación de cámaras de vigilancia para alertar a todos. “Desde el ECU-911 nos mandan las imágenes al chat comunitario. Eso no había antes”, cuenta.

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De hecho, el 2 de abril de 2024, el audio de un vecino dio el ‘pitazo’ de un nuevo aluvión, y los habitantes lograron ponerse a buen resguardo. Aun así, una persona murió esa tarde. “Sí somos más unidos también. Al menos la mayoría está involucrada en las capacitaciones”, explica Sanguña. Los moradores fueron capacitados para actuar frente a un posible aluvión. Por ejemplo, los vigías, quienes viven junto a la quebrada, dan aviso cuando el caudal ya llega a 2 metros, según el dirigente.

La cancha de voley se reconstruyó, donde cada 31 de enero se realiza una misa en honor a los fallecidos.EXTRA

La construcción en quebradas

Patricio Almagro acude a su casa, ubicada en el pasaje OE11, todos los días para limpiarla y abrir las ventanas para que el olor a humedad se vaya. “Voy a retomar la normalidad. Me regreso”, sentencia.

Este vecino, que ha vivido en La Comuna desde que era niño, desalojó el inmueble ante la advertencia de las autoridades de que podía caerse. Con él, 15 personas más, entre familiares e inquilinos, tuvieron que salir. “Yo entiendo que era por nuestro bien, pero ya les expliqué a los técnicos que no hay fisuras. Esta casa sí aguanta”, comenta.

Luego del susto y de vivir en una casa que no es la suya por casi tres años, la lección que dice haber aprendido es que no está bien construir cerca de las hondonadas. “Si pudiera volver a construir, dejaría más espacio. Sí había terreno, pero poco a poco se fue ‘comiendo’ y no quedó nada”, asevera. Por ahora, decidió arrendar los departamentos vacíos, aunque sea a mitad de precio. “La vida sigue y este es el fruto de toda una vida de trabajo”, agrega.

Patricio Almagro volverá a arrendar los departamentos de su casa, luego de evacuarla.EXTRA

La inversión después de la tragedia

Al respecto, Fonseca asegura que una de las razones por las que las estructuras de captación colapsan es el crecimiento poblacional. “Se concibieron hace años con los cálculos de ese tiempo, pero la gente sigue habitando las laderas del Pichincha. Solo ahí existen 32 quebradas”, expresa.

Según Fonseca, se han invertido unos 480.000 dólares en la mejora de la estructura de captación. Sin embargo, ya están listos los contratos para la colocación de tres vallas dinámicas a lo largo de la quebrada, que costarán 230.000 dólares más. “El proyecto grande para la parte baja (cerca de la calle Berrutieta) es de dos millones y medio. La inversión total en la quebrada supera los tres millones de dólares”, sostiene. En total existen 142 estructuras de captación en 105 quebradas, en las que se invierte, según el funcionario, dos millones de dólares anuales en la limpieza.

La preocupación tras la desgracia

Para Sanguña, el peligro persiste, pues el reservorio de captación y la torre construida a la altura de El Teleférico no serían suficientes si la intensidad de las lluvias persiste como en la última semana. “Yo sé que son técnicos los que deciden, pero esto (las obras) no va a parar al monstruo que yo vi el 31 de enero”, dice.

Él también contabiliza la inversión que ha hecho para recuperarse tras dos aluviones. “No alcanza el trabajo para tanto. Es difícil volver a levantar cabeza, todavía no termino de pagar las deudas y la mayoría de los afectados nos quedamos así”, explica. Aunque La Comuna es el barrio en el que ha vivido toda su vida, espera vender su casa para ir a otro sitio en el que no tenga que preocuparse cada vez que llueve. “Una vecina ya se fue. Lo malo es que tampoco nos quieren comprar la casa, porque está en todo el paso de los aluviones. Ojalá bajándole el precio”, finaliza.

La corriente de lodo bajó por la calle Berrutieta llevándose todo a su paso.GUSTAVO GUAMAN

El material del aluvión sigue en la zona

A unos 50 metros de la estructura de captación de la quebrada, en la subida al Teleférico, existe un terreno en el que se puede ver tierra acumulada. “Es lo que sacaron del aluvión de 2022 y no se han llevado”, asevera Patricio Sanguña, quien hace recorridos constantes para estar pendiente de las novedades de la quebrada.

Los vecinos temen que, con las lluvias, ese material se remueva y cause daño a las viviendas ubicadas más abajo. “Ya pasó. La pared de una escuela colapsó en el aluvión de 2024 por esa tierra”, sostiene. Eso no es todo, otras personas han botado más tierra por la parte trasera. “Esto se va a convertir en una escombrera. Hasta plantas están naciendo allí porque ya han pasado tres años”, reclama el dirigente.

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