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Quito: Emperatriz le espanta hasta los 'cucos'
En su puesto la gente se saca la ropa para realizarse limpias. Ella creció en el mercado, en medio de hierbas y esencias
Emperatriz García conoce al ‘dedillo’ las propiedades de las hierbas y esencias para sanar los males de sus ‘pacientes’ que hacen fila y se ‘enlluchan’ para las limpias. “A los niños se les cura el espanto, a los adultos se les quita la mala energía”, cuenta la hierbatera de 77 años.
Ella tiene un puesto en el área de medicina ancestral del mercado San Francisco en el Centro Histórico de Quito. Además, cuando las personas llegan, le cuentan primero sus dolencias, así ella elige los ingredientes del remedio. Luego del diagnóstico, pasan detrás de una puerta para sacarse la ropa. “Se quedan en ropa interior nomás”, explica.
Las hierbas deben tener contacto directo con la piel, por lo que recomienda que luego de la limpia el ‘paciente’ no se bañe enseguida. “Hay que dejar actuar a las hierbitas”, dice.
- UN LEGADO
Emperatriz ya tiene su clientela fija que la busca desde hace décadas. “Desde que me acuerdo estoy en el mercado, aunque el antiguo era más abajo”, rememora.
Su madre y su abuela también ejercieron este oficio y ella de a poco se fue involucrando en las propiedades de las plantas. “Creo que me tuvo que gustar porque no conocía otra cosa”, asevera.
Su hija también ha aprendido este ‘camello’ y será ella quien seguirá con el oficio, pues ya conoce todos los secretos de curar los cuerpos y las almas a punta de hierbas.
- SU TRABAJO
Una limpia regular consiste en quitar primero lo malo. Emperatriz usa ruda, marco, chilca y demás plantas conocidas como amargas. Hace un atado y con él sacude al cliente. “Me concentro en lo que estoy haciendo y pido que se le vaya todo lo que le aqueja”, explica ‘doña hierbas’.
Enseguida, toma un puñado de pétalos de rosa y los rocía con una colonia dulce para frotarlos sobre la cabeza del paciente para ‘endulzarlo’. “Cuando la mala energía es fuerte, hay que hacerlo tres veces en días distintos”.
En San Francisco es una tradición que incluso llama al turismo. “Vienen hasta gringuitos”, finaliza Emperatriz.
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