Carapungo se ha vuelto la zona de guerra de grupos criminales que se disputan el control de la venta de droga y otras actividades ilícitas que se ejecutarían en este sector del norte de Quito.

Eso ha llevado a que los moradores vivan en una constante situación de terror, por el temor de terminar como víctimas colaterales en algún tiroteo, como el sucedido el domingo 16 de julio en la avenida Luis Vacari, a plena luz del día, en una zona con alto flujo de personas, debido al comercio.

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En esa ocasión, dos sujetos a bordo de una moto acabaron con la vida del transeúnte Jorge Pérez, de 41 años, a quien le ‘pegaron’ cuatro tiros, según informó el coronel Luis Obando, subcomandante del distrito policial Calderón.

El oficial añadió que las causas aún seguían en investigación. Sin embargo, extraoficialmente se conoció que una de las hipótesis era la posible disputa de territorio entre vendedores de estupefacientes.

Algunos comerciantes contaron que Jorge Pérez trabajaba en un local de repuestos de celulares, a unos 120 metros de la escena del crimen, y según el empleado de una tienda de electrodomésticos, la víctima se habría relacionado con personas extrañas al sector pocas semanas antes de su muerte.

Eso habría ‘mareado’ a los miembros de una banda que controla la venta de alcaloides en la zona, quienes lo habrían amenazado de muerte por las sospechas que tenían de que él supuestamente vendía drogas.

El mismo día del crimen, por la mañana, le dejaron una hoja con la advertencia. Más tarde, sus victimarios se habrían hecho pasar por consumidores y lo habrían llamado para adquirir su producto. Cuando Pérez llegó al punto de encuentro, a las 13:20, lo mataron.

Con este crimen, según las cifras del Distrito Calderón, son cuatro casos de muertes violentas en este 2023.

El 5 de enero mataron a un hombre a tiros por la avenida Galo Plaza Lasso. El 22 de febrero acribillaron a un joven con más de 13 balazos y el 20 de marzo asesinaron a un sujeto detrás de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC).

Quienes trabajan en los locales de la avenida Vacari tienen miedo de que las bandas tomen represalias en su contra. El empleado de un almacén de zapatos afirma que dos bandas se estarían disputando el control de la zona. “Todos conocemos quienes son, pero no podemos decir nada porque nos ven como ‘sapos’”, sostiene.

Ana Pinto vive en el sector desde hace 35 años y comentó que las balaceras le han hecho cambiar sus rutinas. Por ejemplo, ella y su familia han puesto como tope llegar a la casa a las 19:00. Después de esa hora, señala que se corre el riesgo de ser víctima de robo o terminar en un cruce de balas.

El caso de Pérez se suma a los más de 1.300 crímenes entre asesinatos, homicidios y sicariatos que se han registrado en el país en lo que va del año y que se han perpetrado entre la mañana y tarde. Esto preocupa a los moradores de Carapungo, quienes permanecen ‘mosca’ por si se presenta otro hecho sangriento frente a ellos.

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