La sonrisa y la cordialidad con la que la riosense Maritza Elizabeth Navarro Álava atendía a sus clientes hizo que se ganara el respeto de los habitantes del barrio donde residía desde hace 30 años, en el sector Las Cañas, de la cooperativa Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil.

Sin embargo, a pesar de que contaba con el cariño de quienes la conocían, desde el año pasado su vida estaba en peligro. La farmacia Amiga, de la cual era la propietaria, había sido víctima de dos atentados con bala. Los causantes de estos hechos son unos delincuentes que le exigían dinero a cambio de no atentar en contra de su vida o la de sus familiares.

El fatídico día en que las amenazas se convirtieron en una terrible realidad fue el pasado domingo 22 de enero. Eran las 19:40 cuando Maritza, de 44 años, oriunda de Quevedo, cantón de la provincia de Los Ríos, estaba atendiendo a un cliente y en ese instante un sujeto se acerca a su negocio. Permaneció parado junto a las rejas por más de un minuto, tenía un papel en la mano, escrito con pluma, en el que exigía dinero, apuntando también estaba un número de teléfono.

El acecho del asesino y el momento en que dispara fue registrado por las cámaras de seguridad del local del cual su dueña esta vez fue la víctima mortal. En la grabación se observa como el antisocial se dirige a la señora. Ella, probablemente, no le prestó atención y sigue con su labor. Segundos después, el tipo se acerca al otro extremo de la farmacia y le da un tiro. Al parecer, esperaba el momento oportuno para dispararle.

Maritza, quien tenía cuatro hijos, tres de ellos menores de edad, fue llevada a una casa de salud del noroeste de Guayaquil, pero los esfuerzos de los galenos por salvarle la vida fueron en vano, falleció a los pocos minuto de su ingreso. Recibió un tiro en el tórax.

Una persona cercana a la occisa reveló a los investigadores que la quevedeña constantemente sufría amenazas por parte de integrantes de una organización criminal que opera en el sector y que se dedica a extorsionar a comerciantes.

“El año pasado ya habían sido víctimas de atentados por dos ocasiones porque no querían entregar el dinero que les estaban pidiendo”, dijo una fuente policial.

Desde que ocurrió la tragedia que le arrebató la vida a la comerciante, el local y la casa permanecen con candados. Sus restos fueron velados y sepultados en su tierra natal.

En el sector, los habitantes son muy sigilosos para dar detalles de lo ocurrido con su vecina o para hablar del tema de las ‘vacunas’. “Aquí nos cobran hasta por respirar. No podemos conversar con nadie porque nos pueden estar viendo y eso sería terrible para nosotros. El monto que piden depende del negocio. Van desde 5 hasta 20 dólares diarios”, reveló un morador que no quiso revelar su identidad por temor a represalias. (AEB)

Por robo y extortsión

Alias Mocho cayó por quinta ocasión

Un adolescente, de 17 años, conocido con el alias de Mocho, quien sería el causante de varios hechos delictivos, como robo y extorsión en el distrito Nueva Prosperina, fue detenido la tarde del martes.

Las fechorías del menor de edad han quedado registradas por cámaras de seguridad, en ellas se observa como amedrenta a sus víctimas y les dispara. Ha sido aprehendido por cinco ocasiones.

El coronel Christian Mayorga, comandante del distrito Nueva Prosperina, explicó que el chico intimidó a una comerciante realizando varios impactos de arma de fuego en un local. “Queremos devolver la paz a este sector que está tomado por estas organizaciones, que a fin de sacar recursos no les importa hacer quebrar a los negocios a la gente buena que está trabajando”, indicó el oficial.