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“Queremos volver a la 18”
Las meretrices están ‘paniqueadas’ por la inseguridad tras instalarse en la calle 17. La vía también la ocupan comerciantes informales y bebedores.
En diez años como trabajadora sexual es la primera vez que Kenia (su seudónimo) vive ‘en carne propia’ la discriminación e inseguridad. Insultos, burlas y amenazas son ‘el pan de cada día’ para la mujer, de 37 años, desde que se instaló en un tramo de la calle 17.
Ella es una de las aproximadas 500 meretrices del barrio de la tolerancia, conocido como ‘la 18’ que trabajan en la vía pública desde el pasado 20 de mayo.
En esa fecha se activó en Guayaquil el semáforo amarillo por la pandemia del COVID-19, lo que abría la esperanza para la reactivación paulatina de las actividades en los diferentes sectores. Pero eso no ha ocurrido con ‘la seis por tres’, cuya reapertura queda a criterio del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal.
“Aquí en la calle algo cae, pero estamos expuestas a los delincuentes y a malcriados, incluso los dueños de ciertos hoteles nos impiden ingresar porque nos acusan de dañar la imagen del sector”, señala su amiga Tays (19), quien lleva a sus clientes a cuartos que les alquilan ciertos vecinos.
La chica, oriunda de Manabí, comenta que hace dos semanas se bajó a medio andar de un ‘auto pelucón’ cuando el conductor, quien solicitó sus servicios sexuales, empezó a drogarse y pretendía que ella haga lo mismo.
Con el cierre de ‘la 18’, la prostitución se ha tomado la calle 17, desde Brasil hasta Portete, con la formación de mercadillos y cantinas ambulantes, generando incomodidad para los habitantes y dueños de negocios de esa arteria.
Jorge Chávez, quien se gana la vida con la comercialización de refrescos, lamenta que “sean mal vistos por culpa de unos cuantos malcriados”.
También hay peleas entre chulos, quienes ‘marcan territorio’ en esta vía del suroeste para que laboren provisionalmente las chicas que protegen.
“Pierde el que se deja ver la cara de ‘gil’. Hay para todos, pero unos quieren dárselas de ‘sabidos’ y eso no lo vamos a permitir”, manifiesta quien dice llamarse Steven. Indica que el tramo más apetecido para ejercer la prostitución es desde Gómez Rendón hasta Francisco de Marcos, por su cercanía al barrio de la tolerancia.
Cerca del mediodía, el taxista Luis Franco deja en la calle Letamendi a dos de las chicas que por ahora trabajan en el sitio. “De aquí toca ir a otro lado, al menos en ‘la 18’ tenía carreras más seguidas, ya me conocen”, opina mientras se retira del lugar.
Brenda Rentería, dirigente de la Asociación de Propietarios y Arrendatarios del Barrio Salinas, insiste en que cuentan con el plan de bioseguridad para retomar las actividades en ‘la seis por tres’, por lo que espera la comprensión del COE.
Por lo pronto, Brenda atiende la cafetería que abrió con la ayuda de su familia. Así evita ser víctima de “la actitud negativa de personas incompresibles con el oficio”.