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Guayaquil: ¡A punta de tiros les dañaron la obra!
Una de las víctimas mortales tenía boleta de captura y fue quien contrató a dos vecinos para que le ayudaran a construir la casa a su mamá. Dos adolescentes también resultaron heridos.
Las caricias, afecto y palabras de amor que le profesan dos de sus nietecitos a Víctor Piguave no calmaban ayer la tristeza y aflicción que lo embargaban. El segundo de sus tres hijos, Armando Rafael Piguave Menéndez, de 40 años, había sido asesinado a tiros, la noche anterior, a una cuadra de su domicilio.
A las 09:00 sentado en una silla plástica, afuera del portal de su vivienda, el septuagenario, oriundo del cantón Jipijapa, provincia de Manabí, con impaciencia y pesar aguardaba los restos de su vástago.
Él es una de las dos víctimas mortales del ataque a bala que además dejó a tres personas heridas. Esto ocurrió en la manzana 26 de la cooperativa Castro 2, en el Guasmo sur porteño. Con este suceso en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) se han registrado 608 muertes violentas.
La otra persona fallecida fue identificada como Jorge Jhon Iglesias Torres, también de 40 años. Los heridos son Mario Melendres Onofre (42) y quien también realizaba labores de albañilería y dos hermanos menores de edad (16 y 13) que pasaban por el sitio de la tragedia.
El adulto mayor relató que su hijo había salido horas antes de su casa porque su amigo y vecino Jorge Jhon Iglesias Torres (el otro muerto) lo contrató para que lo ayudara en la construcción de su vivienda.
“Mi hijo se encontraba trabajando. Él era albañil e iba a donde lo llamaban porque de eso vivía”, comentó entre lágrimas el manabita, mientras que con los abrazos y mimos de sus nietos trataba de apaciguar su pena.
A una cuadra la familia Iglesias Torres también lamentaba la muerte de uno de sus integrantes. Una prima de Jorge Jhon contó que cuando llegaron los asesinos su pariente y dos vecinos estaban colocando cerámicas en una pared de cemento frontal.
“Mi primo le estaba arreglando la vivienda a su mamá. Era una promesa que le había hecho, dejarle su casa bonita. Ya había avanzado la parte interior. Afuera tenía el material de construcción”, expresó la allegada.
Los dos menores de edad alcanzados por los proyectiles viven a una cuadra y media del lugar de la balacera, y según el testimonio de una tía, ellos caminaban hacia la casa de su abuelo, porque este había quedado en darles un dinero para que compren helados. Los adolescentes están estables.
Testigos indicaron a la Policía que los asesinos llegaron en un carro Hyundai Tucson, color negro, y que un hombre, quien portaba un arma de fuego larga, descendió y disparó. (AEB)
Un arma en cada mano y ‘se lo bajó’
Al verdugo de Carlos Kléver Mendoza Contreras no le bastó un arma para liquidarlo. Según testigos, el hombre, quien vestía camiseta amarilla y jean azul, se acercó a su ‘blanco’ portando un arma de fuego, tipo pistola, en cada mano y le descargó varios tiros. Ocurrió la noche del domingo en Callejón 20 y tercer callejón Robles Chambers, suroeste porteño.
Mendoza, de 27 años, fue llevado hasta el hospital. Sin embargo, los médicos corroboraron que no tenía signos vitales.