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Jorge Silva, propietario de una tienda de abarrotes, ha notado incremento en el precio de la cubeta de huevos.EXTRA

El precio de los huevos y de la carne de pollo aumenta debido a la influenza aviar

Los comerciantes aseguran que los clientes se quejan por el incremento, pero que "en escasez es cuando más se vende". Ellos 'ruegan' porque ese sea el tope. 

A Olga, una ama de casa, no le duele el bolsillo cuando se trata de su alimentación. La mujer, que suele consumir carne de pollo por problemas de salud, asegura no tener reparo en gastar un poquito más con su 'casera', en un pequeño negocio en Cuenca y la 20, suroeste de Guayaquil, con tal de sentirse bien.

"Como pollo a diario porque me prohibieron las carnes rojas, pero aunque suba la carne de las aves, voy a seguir comprando", asegura.

Pero, ¿qué está sucediendo que el precio de los productos avícolas van en aumento durante las dos últimas semanas?

La producción de varias provincias del país, entre ellas Tungurahua y Cotopaxi, se ha visto afectada por la influenza aviar, enfermedad viral que perjudica a pollos, codornices, faisanes, pavos y otras aves domésticas, al punto de subir la cubeta entre 30 y 40 centavos por cada una.

Y las tiendas de abarrotes en la urbe porteña no son la excepción para los centavos de más en el gasto alimenticio. Jorge Silva, propietario de un negocio de 33 años de antigüedad en el suburbio de la ciudad, asegura que aunque el aumento fue progresivo, los clientes también se quejan.

"Suele pasar cuando sube rápido y bastante. En dos semanas, el alza fue de 50 centavos. Un día eran cinco centavos, al día siguiente en cambio 10 más y así hasta que llegó a $4.10", afirma.

Sin embargo, las ventas en su local no han bajado, pues considera que "en escasez se venden más las cosas". "No en todas partes venden o se encuentran abastecidos en situaciones y los clientes ya saben en qué lugar siempre encuentran lo que buscan", refirió Silva. 

Los negocios de venta de carne de pollo también se afectaron por la enfermedad.EXTRA

Susana Guanga, quien tiene un negocio de venta de pollos frente al de Jorge, también tiene que hacer de 'psicológa' y escuchar las 'penas' de los bolsillos de sus clientes. Ella ha tenido que vender la libra en $1.15 luego de que en una sola semana el precio se haya incrementado en 10 centavos. "Estaba en $1.05 hasta la semana anterior", dijo. 

"Yo soy minorista y a ese aumento me toca añadirle unos centavitos más porque sino lo hago tampoco veo ganancia", intenta excusarse Susana y añade que sus compradores son personas que ya la conocen de su antiguo lugar de trabajo y que son 'fieles' a ella.

En cambio, los clientes que caen de un momento a otro le cuestionan aún más el alza. "Me dicen '¿por qué en otro lugar venden a menos?' y piensan que solo yo les estoy cobrando más, pero no saben que esto es generalizado". 

Marcos, dueño de un minimarket de la 24 y Brasil, concuerda con los otros dos comerciantes. El aumento 'ahuyenta' un poco a los clientes, pero eso se compensa con los otros productos que ofrece en su local, como bebidas, snacks, etc.

"Me toca mantenerme en el límite y solo ganar 15 centavos para vender algo. Igual, eso se puede recuperar en otras cosas que compren cuando vienen" asegura. 

Él, al igual que Jorge y Susana, esperan que se mantengan los valores, pero no descartan otro 'chiqui' aumento. "Dijeron (los proveedores) que sería el tope, pero hay que ver" cuestiona Marcos.