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Las mujeres se organizan a diario para regar y cuidar las plantas. FECHA : 13/11/2020 Agencia (ag-extra)Freddy Rodríguez

Poderosas de la siembra

Mujeres de Monte Sinaí han levantado un huerto comunitario en el sector. Sueñan con que esto se convierta en su fuente de ingresos

Mayo. El cambio de semáforo a amarillo en Guayaquil abrió la puerta del hogar de Lourdes Chóez tras dos meses de encierro. Lo primero que pensó fue en sembrar. Como terapia, como entretenimiento, como una forma de olvidar lo que pasaba en la ciudad.

Nació en el campo, pero desde hace más de 10 años vive en Monte Sinaí, donde, desde hace tres meses, aquello que empezó como hobbie se ha convertido en una forma de tener ingresos.

Hace tres meses, su vecina Vicenta Jaramillo le comentó que en la Unidad de Proyectos Zumar estaban capacitando a comunidades para que empiecen sus propios huertos.

A ellas, se unieron Karina Calderón, Marjorie Macías, Yérica Cárdenas, Teresa Mendoza, Diana Mendoza y Mariana Acaro, quienes le pidieron apoyo al sacerdote de la comunidad para que las dejara sembrar en los terrenos de la capilla Buenas Noticias de Jesús, en la cooperativa Voluntad de Dios.

Ellas recibieron capacitaciones por parte de los técnicos de la unidad. Aprendieron a sembrar rábano, lechuga, tomate, pepino, melón, pimiento... y desde ese tiempo, la tierra les ha devuelto su esfuerzo en forma de fruto. Frutos con los que alimentan a sus familias.
Las mujeres pretenden hacer canastas con sus productos para vender.Freddy Rodríguez

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Si bien hasta ahora lo cosechado no les ha dado grandes cantidades de dinero, esperan poder llevar el sustento a sus hogares con sus cosechas. Pero no solo eso.

El sueño de las ‘poderosas del huerto’ es ayudar a su comunidad también. “Nosotros sabemos que aquí en Monte Sinaí hay mucha gente que no tiene cómo alimentarse bien y queremos hacer un comedor comunitario, para hacer la comida con lo que sembramos, pero no tenemos dinero para los utensilios (cubiertos, platos, etc.)”, cuenta la moradora.

Tiene la meta de continuar sembrando más para, con ayuda de otras organizaciones y Zumar, formar una microempresa para vender sus productos a restaurantes y el público en general.

Teresa y Marjorie coinciden en que ha sido una experiencia maravillosa, que les ha permitido no solo conocer cómo florece la tierra, sino el esfuerzo y dedicación que hay que tener para lograrlo.