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Se pincharon por los 'caídos' por la COVID-19
En Guayaquil, muchos se vacunan por su salud y también en memoria de los que ya no están. La nostalgia y la esperanza se mezclan en el proceso de inoculación
“Quiero motivar a otros para que se vacunen y no pasen por lo que yo viví”, expresa Paulina Carvajal, a quien la COVID-19 le arrebató a su esposo, su padre, su madre y su hermano. Los cuatro fallecieron en pleno pico de la pandemia. Los dos primeros ‘cayeron’ el 25 de marzo del año pasado. Cinco días después, su progenitora y su ‘ñaño’.
Para ella, la vacuna es una oportunidad de vida, por eso no dudó en aplicársela. También lo hizo en memoria de sus ‘cuatro amores’, como llama a sus parientes que perdieron la batalla.
“Si ellos hubiesen visto todo lo que está sucediendo, de inmediato se hubiesen vacunado. De hecho, cuando fui a inmunizarme, tuve sentimientos encontrados porque pensé que si el año pasado hubiesen tenido esta bendición, estarían aún junto a mí”, cuenta la mujer, de 40 años, quien recibió su primera dosis el 11 de julio, en el coliseo de La Aurora.
Rafael Obregón, de 58 años, tiene una historia similar. El virus letal, en 2020, le quitó la vida a siete familiares: su hijo, de 24 años; su padre, de 90; tres tíos, una tía y un primo.
“De estar vivos hubiesen optado por la vacunación y no les hubiese importado si fuera Sinovac, Pfizer o AstraZeneca”, reflexiona el quincuagenario, quien fue una de las 3.026 personas que fueron inoculadas el sábado pasado, en el vacunatorio municipal de la explanada de Mucho Lote 1, en la avenida Francisco de Orellana, norte de Guayaquil.
Dora Lino, de 38 años, también acudió al mismo recinto. No le importó aguantar el solazo ni estar en una fila de tres horas con tal de recibir su primer pinchazo. Sostiene que perdió a su progenitor, quien iba a cumplir 70 años y estaba por jubilarse, pero la muerte le llegó antes que su derecho laboral. Falleció el año pasado y fue de los que estuvo en primera línea laborando. Era guardia de seguridad.
En esta guerra contra el virus se va peleando y la vacuna es un arma, señala Carvajal, quien asegura que no solo hay que inmunizarse por los que se fueron, también por los que quedaron. “Dios me permitió vivir, después de tener una carga viral fuerte, debo cuidarme para estar junto a mis dos hijas”, finaliza.