Espectadora de una escena triple X... y en primera fila. A Narcisa Plúas, moradora de la ciudadela Florida Norte, le ha tocado ver hasta indecencias en el parque que está frente a su casa. ¡Está harta!

Ella se quedó con los ojos abiertotes al descubrir, tiempo atrás, a una pareja haciendo el ‘delicioso’ en el columpio del espacio de recreación de la segunda etapa del sector mencionado, en el norte de Guayaquil. “Fue temprano, a eso de las cuatro o cinco de la tarde”, describe la moradora, cuya vivienda colinda con el área verde.

Y es que allí se ve de todo: ‘colchones’, basura, cajas vacías de pizza, zapatos, ropa vieja y hasta mascotas haciendo sus necesidades sin su dueño presente, menos gente utilizando las instalaciones.

“Me siento en medio de la basura”, afirma Édison Sancán, también morador y propietario de un negocio de textiles, sobre el abandono en el que se encuentra el parque.

Julio Moreno, también habitante del sector, se complacería que ese espacio de recreación esté lleno de ‘vida’, pero no por las plantas, sino por los niños que anhela ver ‘correteando’ allí.

Sin embargo, tal como está, eso es casi imposible. “Necesitamos ayuda con la limpieza del parque”, dice Julio, quien es parte de la directiva barrial.

“Había una empresa que hacía la limpieza en el parque. Estuvo casi tres años, pero parece que el Municipio no le renovó el contrato, porque solo trabajó hasta marzo”, lamenta Narcisa Plúas, quien llegó a residir allí hace 28 años.

¡Auxilio, Municipio!

Sin embargo, no es lo único que a ella y al resto de sus vecinos les preocupa. En el mismo parque, que se ubica en la acera paralela de la Unidad de Vigilancia Comunitaria de la Policía, un árbol de más de tres metros ahora está solo en tallo y ramas: se quedó ‘desnudo’.

El ‘gigante verde’ al que Narcisa vio crecer ahora está por darle la ‘puñalada por el techo’, por lo que solicitan la ayuda del Municipio para talarlo o realizar el procedimiento respectivo.

Esta planta murió luego de que un arbusto, a pocos pasos, la contagiara de una plaga, por lo que ahora los lugareños temen que el ejemplar caiga sobre las casas aledañas y les haga ‘la grande’.

“Mi casa (de un piso) sería la más perjudicada”, comenta Narcisa, puesto que recibiría la mayor parte del ‘golpe’ si cae.

Otros residentes como la ‘tocaya’ Narcisa Segura afirman que también les preocupa lo que suceda con el árbol, pues, aunque su hogar esté un poco más lejos y no sería directamente perjudicada, ella gusta de salir a correr y no quisiera pasar un susto mientras se ejercita.

“Yo entreno todos los días y quisiera quedarme en el parque que está cerca de mi casa, pero con esto da miedo”.

Pestilencia

Pero no solo la tranquilidad de las familias se ve afectada, sino también los negocios. Fanny y Rosario, colaboradoras de un lugar de comidas, dicen que el olor a orina que emana el parque las tiene ‘locas’.

“Mientras estamos trabajando, ese olor nos llega hasta aquí. Si no fuera porque los dueños del restaurante pagan para que limpien la basura, eso también nos molestaría”, explica Rosario, quien dice que esto ahuyenta a los clientes. Lo mismo ocurre con Édison, quien afirma que “hay clientes que no quieren venir porque ven basura o incluso a los consumidores de droga, que a veces hasta llegan aquí a mi puerta”.