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En el paro también les dan duro
La gente que fue agredida durante las movilizaciones del año pasado está traumada. Solo quieren trabajar en paz, sin temor a los ‘rayados’.
El solo hecho de escuchar la palabra paro hace que la gente tiemble. Y no solo por las pérdidas económicas, sino por las agresiones de las que son víctimas las personas.
Violeta Rojas, comerciante de huevos y dueña de un restaurante en Guaranda, Bolívar, detalló que perdió cuatro cerdos, pollos, tres gavetas de pescado y dos vacas durante el paro del año pasado.
“Un día, mi marido fue a abrir el local para ver cómo sacaba lo dañado y llegaron los manifestantes para pegarle con un látigo, diciendo que había abierto para trabajar. Por eso, los huevos que teníamos en bodega nos tocó sacar escondidos en mochilas cuando iban a la casa a comprar”, refirió.
En el caso de Selena Lombeida, comerciante de frutas de la Costa, la última paralización le dejó una pérdida de 300 dólares, principalmente en aguacates y bananos. “No conformes con cerrar las vías hasta me poncharon las llantas para que no pasara y me tocó regalarles las frutas que llevaba”, añadió.
El temor crece
Esthela Calero, residente de Ambato, Tungurahua, se tapa los oídos cuando escucha la palabra paro. Le molesta que dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) anuncien movilizaciones y amenacen con paralizar nuevamente al país.
Su mente regresa a junio del 2022, cuando se quedó encerrada y hasta temía asomarse a la ventana, porque los indígenas rodearon toda la ciudad y prohibían que quienes no estaban unidos salieran a realizar su actividad normal.
“No me parece que piensen en un nuevo paro. El país está en quiebra y sería hundirnos a los ecuatorianos que nos esforzamos por llevar el pan de cada día a la casa. En el 2022 estuvimos sin agua porque la contaminaron. Tampoco hubo gas ni alimentos. Aumentó la explotación, todo se volvió más caro”, dijo la madre de familia.
De igual manera, Gloria Medina, presidenta de la Planta Baja del Mercado Central en Ambato, expresó que desde el paro del 2019 empezó la crisis, después la pandemia del coronavirus y cuando pensaba levantarse el sector comercial, el paro del 2022 los volvió a hundir.
“A ninguna ciudad del mundo le conviene un paro, esto nos afectaría de manera terrible. Con la última manifestación del 2022 estuvimos encerrados más de 15 días”, precisó.
Recordó cómo estuvieron amenazados, sin poder vender nada, y eso generó más deudas. “Nos atrasamos en los pagos con bancos, cooperativas y con el mismo Municipio. Las paralizaciones solo representan atrasos y más pobreza”, manifestó la dirigente del mercado. (TOF / YIE)
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