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A sus cinco hijos les ha leído un cuento todas las noches.AMELIA ANDRADE

¡Él es papá de cinco por vocación!

De farrero a feliz papá, con gusto reemplazó la calle por los pañales. Su esposa, en cambio, dice que sin él no habría podido con todos los niños.

Él era la ‘oveja negra’ de su familia. Nadie creía que Antonio Araujo sentaría cabeza. Era de esos muchachos callejeros que solo pensaban en la farra con los panas. Pero a sus 23 años, su primera hija, Naomi, lo cambió sin dejar siquiera un rastro de sus antiguos hábitos.

Dejó de ser su prioridad irse ‘de recorrido’. Las sonrisas de su pequeña lo enternecieron tanto que ahora sus amigos y familiares hasta le dicen que él nació con la vocación de ser papá porque, actualmente, a sus 43, ya no tiene un solo ‘retoño’ sino que se multiplicaron por seis (cinco con vida y uno fallecido) y a todos les da el amor y tiempo necesarios: Naomi (20), Melissa (15), Lucas (10), Valentina (7) y María de los Ángeles (4).

A mí me encanta ser papá. Para que uno cumpla con sus obligaciones como padre, debe gustarle” afirma.

Él aprendió desde lavar los pañales de los cinco y hacerles las cremas, hasta cruzarse ‘media ciudad’ para llevarlos a sus clases extracurriculares de danza y fútbol. Y todo lo hace contento “y sin renegar”, recalca. Tal ha sido la predisposición que muestra Antonio, que en las escuelas de Naomi, Melissa y Lucas más lo ubican a él que a la mamá. 

“Yo era tan conocido en el colegio de Naomi, uno de monjas, que cuando a ella le tocaba partido de básquet y yo le llevaba algo para que coma, las monjas me pedían que movilizara a todo el equipo al lugar de la competencia y que luego el expreso las recogía. Ese era el nivel de confianza que me tenían”, relata Antonio. 

Su esposa, Mariuxi Vargas, lo define con una sola palabra: ‘acolitador’.

“Si los niños le dicen que traiga canguil y cola porque van a ver una película, él puede llegar cansado, pero con lo que ellos le pidieron”, menciona Mariuxi.

Lucas, Valentina y María de los Ángeles reciben con efusividad a su papi.AMELIA ANDRADE

Ella cuenta que antes de la pandemia, su esposo se encargaba de madrugar, hacer el desayuno, preparar el lunch de los tres mayores y llevarlos al colegio, porque ella estaba a cargo de cuidar a las dos más pequeñas; y al tener su trabajo independiente, él podía moverse fácilmente, mientras que ella debía cumplir con un horario fijo.

“Sin su ayuda, yo no habría podido con tantos niños”, admite Mariuxi y añade que cuando él viaja por trabajo, ella siente que se descuadra todo. “Mientras que yo me olvido de que hay que ir a verlos al colegio, él ya se ha encargado, desde donde esté, de organizarles el día”.

Sin embargo, él ni siquiera pensaba en niños en su adolescencia o juventud, porque le gustaba tanto andar vagando

Una vez, cuando tenía 13 años, salió de su casa a las 08:00 con una funda diciendo que iba a comprar pan y regresó a las 17:00, porque había ido a General Villamil Playas en un tour con los ‘muchachos’ del barrio. 

“Mis amigos me ven como un alien porque estoy siempre pendiente de mis cinco hijos y prefiero pasar con ellos”, confiesa Antonio y cuenta que hasta lo mandan a callar porque los hace quedar mal con sus actividades de ‘pulpo’. 

Él se siente feliz con todas las ‘bendiciones’ que Dios le ha dado. Y no se conforma con los cinco hijos que ya tiene, pues afirma que aceptaría gustoso si le toca empezar de cero con otro bebé.