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¡Menos pancito para el café de los quiteños!
En tres barrios de la capital decidieron subir el precio de este producto. El gremio reclama el alza del costo de los insumos para su preparación.
En muchas panaderías de los barrios Pisulí, La Roldós y El Consejo, en el norte de Quito, exponen letreros en los que se informa que el pan popular subió de 12 a 16 centavos desde el 6 de julio.
Sí, las ventas han bajado, pero los panificadores consideran que su decisión era necesaria.
Alejandro Cortez tiene su local en La Roldós desde hace dos años. Dice que desde hace unos meses su gremio “se está autoexplotando”. Las ganancias son mínimas, porque los costos de los insumos han subido exageradamente. “Ya no podemos pagar empleados y nos toca doblar turnos”, agrega.
Por ello decidió, junto a otros colegas, reunir a los panaderos de los tres barrios para tomar acciones. Lo hicieron en el estadio de Pisulí. Allí coincidieron con esas preocupaciones: estaban trabajando ‘en contra’.
En total, 33 panaderías se sumaron a la medida, pero tuvieron cierta resistencia de los clientes. “Algunos nos dijeron que nos iban a demandar, pero luego entendieron nuestra situación”, acota Cortez.
No alcanza
Miryam Yapud relata que para ella fue una sorpresa el letrero que informaba del incremento del precio. En su hogar conviven seis personas y con un dólar y medio desayunaban. Ahora le apuestan a las empanadas y tortillas.
“Solo mi esposo tiene trabajo por el momento, por eso nos toca ajustarnos”, dice.
Blanca Benalcázar, moradora de Pisulí, cuenta que con un dólar adquiría ocho panes, ahora solo seis. Los compra todas las mañanas para brindar refrigerio a las personas que le ayudan con la construcción de un cuarto en su casa. “Lastimosamente hay que comer menos, porque no alcanza”, agrega.
Los panaderos explican que lo más caro para la producción es la manteca y la mantequilla, cuyas cajas cuestan 33 dólares. Hasta hace unos meses valían 18.
El diésel, que aumenta su precio cada mes, es indispensable para el funcionamiento de los hornos. “A la semana ocupamos unas seis canecas”, agrega Cortez. Algo que también los ajusta.