Un hombre, sentado en la calle junto a su BMW y sin poder incorporarse, balbuceaba en aparente estado etílico. Con él, dos mujeres pedían que no las fotografíen mientras decían a las autoridades que no tenían documentos personales.

Esa escena ocurrida en el barrio La Biloxi, sur de Quito, no fue la única. Muchas más se repitieron durante el operativo para exigir que la primera noche de toque de queda en la capital se respetara.

Para ello, 400 uniformados, entre Policía Nacional, Fuerzas Armadas, Intendencia de Pichincha, Agencia Metropolitana de Control (AMC), Agentes Metropolitanos y de Tránsito, se desplegaron por la ciudad para controlar a los desobedientes, desde las 20:00 del Viernes Santo.

César Díaz, secretario de Seguridad del Municipio de Quito, dijo que el objetivo de los operativos es persuadir a los ciudadanos para que cumplan con las disposiciones de no circular a pie ni en carro después de esa hora. Así como las prohibiciones de beber en la vía pública.

Los pretextos

“¡Vayan a la casa o pueden ser sancionado”, gritaba un teniente de las Fuerzas Armadas, subido en el balde de una camioneta mientras avanzaba el recorrido.

Cerca de la Biloxi, por la calle J, en Solanda, caracterizada por la actividad comercial, las patrullas se acercaban a los locales. En ese momento, las puertas enrollables caían súbitamente. Otros se metían por los callejones oscuros para esconderse de los controles.

Los que no se salvaban, como el presunto chumadito del BMW, lanzaban un sinfín de pretextos: “Ya me estaba yendo a la casa, jefe”, “Aquicito nomás vivo”, replicaban, a pesar de que el COE Nacional determinó que todos estén dentro de sus casas a partir de las 20:00, hasta las 05:00.

Alain Luna, comandante del Distrito Metropolitano de Quito, afirmó que además más de estos operativos, se instalarán varios puntos fijos de control en la urbe para frenar los contagios de COVID-19. “La indisciplina nos ha llevado a este punto de emergencia”.

Sancionados

Pasó una hora del recorrido y en la avenida Ajaví, también en el sur, una caseta de venta de pinchos fue decomisada porque los vendedores aún atendían a clientes. Tampoco presentaron papeles de funcionamiento.

Los trastes y la carpa fueron cargados en una camioneta municipal, a pesar de los ruegos de los comerciantes. “No sabíamos cómo funcionaba lo del toque de queda. Estábamos confundidos” alegaron.

En la avenida Mariscal Sucre hubo más bebedores sin mascarillas. “Es doble sanción: una por no portar tapabocas y la otra por incumplir la normativa municipal”, comentó Gabriela Obando, supervisora de la AMC, presente en los operativos que se desplegaron en el sur, norte y valles de la ciudad.