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Mujer detenida porque habría matado a su esposo en Quito
La conviviente de la víctima habría sorprendido a su marido con su exesposa y lo golpeó en la cabeza. Sucedió en Yaruquí, nororiente de la capital.
Amigos y familiares llegaban entristecidos al velorio de Ramón Páez, asesinado a golpes al interior de su casa en el barrio Lalagachi Alto, en Yaruquí, parroquia al nororiente de Quito. La mañana de ayer, los parientes eran consolados con abrazos antes de ingresar al patio donde estaba el féretro de la víctima.
El hecho de sangre se registró en el mismo domicilio donde se hicieron las honras fúnebres. La esposa del fallecido es la principal sospechosa del crimen.
Edwin Páez, hermano de Ramón, explicó que todo se dio cerca de las 04:00 del sábado. “Estábamos durmiendo y la conviviente de mi hermano estaba llorando. Yo pregunté lo que había pasado y ella me contó que él no reaccionaba”, dijo el familiar.
Edwin se levantó y fue al cuarto de su ñaño, quien estaba tendido en el piso, cerca de la puerta. A pesar de que tenía sus ojos abiertos, Ramón no respondía a ningún estímulo.
Llamaron a una ambulancia, pero no llegaba rápido, contaron los parientes, por lo que lo subieron a un taxi y lo trasladaron hasta el hospital de Yaruquí. Ahí los galenos confirmaron el deceso del hombre, de 33 años.
Golpes en su cabeza
Al principio, los allegados de Ramón pensaron que se trató de un accidente, ya que a simple vista se notaba un golpe en la cabeza del fallecido. Pero todo cambió cuando llevaron el cadáver a Medicina Legal para la autopsia: tenía, al menos, nueve heridas en el cráneo.
Fue entonces que los agentes volvieron hasta el hogar de la víctima y entrevistaron a su conviviente, identificada como María Jiménez, de 42 años. Al principio, la mujer les dijo que ella escuchó un fuerte golpe afuera de su habitación. Cuando salió a ver lo que pasaba, vio a su pareja inconsciente en el piso, por lo que de inmediato se lo contó a sus familiares.
Sin embargo, María cambió su versión más tarde. Según la información de los investigadores, Ramón habría tenido contacto con una exesposa y la sospechosa los sorprendió.
Fue en ese instante que el hombre recibió algunos golpes en su cabeza. La evidencia que encontraron los gendarmes fue una barra con máculas de sangre, posiblemente de Ramón.
Con esa prueba, se confirmó que se trató de una muerte violente y no accidental. María fue llevada a la Unidad de Flagrancia de Quito y hasta la tarde de ayer no se realizaba la audiencia en su contra.
“Solo queremos que se haga justicia”, pedía Segundo Páez, padre del fallecido, parado afuera del velorio en Yaruquí. Contó que la sospechosa era la tercera esposa de su hijo, quien se dedicaba a la albañilería para subsistir.