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Aracely Ponce, esposa del fallecido, recibió el consuelo de sus familiares.CARLOS KLINGER

En Guayaquil, manabita se resistió al robo y fue asesinado dentro de un bus cuando iba camino al trabajo

La víctima laboraba como albañil y le gustaba llegar temprano al ‘camello’. Conductor trató de socorrerlo, manejó hasta varias estaciones de bomberos, pero no habría sido auxiliado.

A Francisco Javier Mora Ortiz lo caracterizaba su puntualidad. Y aunque ingresaba a laborar a las 08:00 a las 05:30 ya estaba de pie. Veinte minutos después se había embarcado en el bus que lo trasladaría a su lugar de trabajo, en La Aurora, parroquia urbana del cantón Daule.

La mañana del miércoles 14 de diciembre no fue la excepción. El manabita, de 45 años, se dirigía a su sitio de labores en el bus de la línea 2 de la cooperativa Pascuales, cuando dos sujetos armados se subieron para asaltar a los pasajeros. Francisco se opuso al robo de sus pertenencias y, al parecer, discutió con los pillos, uno de ellos lo apuntó con el arma y le propinó dos tiros. El crimen se registró a las 06:00.

El mayor Christian Granizo, jefe del distrito Samborondón, informó que el robo se produjo en la parroquia Pascuales (Guayaquil) y que en su afán por salvar la vida del baleado, el conductor del micro condujo hasta varias estaciones del Cuerpo de Bomberos cercanas al sitio del suceso. Sin embargo, al no recibir auxilio, manejó hasta la estación de Bomberos de La Puntilla.

La víctima recibió dos tiros en el abdomen. El conductor condujo hasta esta unidad del Cuerpo de Bomberos de La Puntilla en busca de ayuda”.Christian Granizo,

mayor de Policía

“El bus no tiene cámaras de seguridad. Las unidades de inteligencia de la Policía están recabando indicios. Sabemos que dos hombres se subieron para asaltar a los pasajeros y que dispararon”, contó el oficial de la Policía.

El cuerpo de Francisco Mora Ortíz quedó dentro del bus. Pasajeros trataron de socorrerlo.CARLOS KLINGER

Llorando, junto al colectivo donde yacía el cadáver de su amado, Aracely Ponce contó que su cónyuge se desempeñaba como albañil y que desde hace seis meses laboraba en la construcción de un edificio en La Aurora.

“Mi esposo era un hombre responsable. Andaba con dolor de estómago y no quiso desayunar, pero tomó el remedio y guardó en una fundita su desayuno, se lo iba a comer en el trabajo. Mi esposo salía muy temprano porque el bus lo dejaba lejos y tenía que caminar varias cuadras. Le gustaba llegar puntual. Antes de salir me dijo: ‘mijita, cuídese’. Nunca pensé que la delincuencia me iba a arrebatar a mi esposo”, manifestó la viuda.

Francisco Javier era oriundo de la parroquia Cascol (Paján-Manabí), pero desde hace 14 años residía en el bloque 9 de Flor de Bastión, en el noroeste porteño, tenía cuatro hijos, dos de ellos menores de edad. (AEB)