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El barrio que se está hundiendo por las obras y puesta en marcha del Metro de Quito
Los perjudicados por los hundimientos, en su mayoría, son personas de la tercera edad
Cuatro residentes de Solanda, sur de Quito, comparten la misma desgracia: sus casas se han estado desmoronando durante seis años, desde que los trabajos del Metro de Quito comenzaron a realizarse por la zona.
Los cuatro son personas de la tercera edad que forjaron su vida y levantaron al barrio desde hace más de tres décadas. “Vamos a morir de pie”, es la frase que comparten estos residentes que conversaron con EXTRA su sufrimiento que ahora se agravó con el funcionamiento permanente del nuevo sistema de transporte capitalino.
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Rodrigo Armas integra este grupo de afectados y no puede disimular su despecho. Ha vivido en una casita de un piso que está empotrada en medio de otras casas en un pasaje del Sector 1 de Solanda desde hace 38 años, de los 70 que tiene.
“Si les hago entrar, les juro que no van a creer la condición en la que vivo”, afirma este hombre de bigote entrecano, gafas y gorra. Armas abre la puerta y el primer estrago del hundimiento es notorio: el piso está inclinado.
Luego están las cuarteaduras de las paredes que, en algunos sitios, parecen telarañas, pero en otros ya hay agujeros. En el baño, por ejemplo, se miran los ‘huecarones’ junto al lavabo, como si alguien los hubiera hecho con un combo.
Lo mismo ocurre en la peluquería que tiene la esposa de Armas. Las ‘rayaduras’ en los muros han obligado a este hombre a cubrirlas con plásticos o cartones. “No le miento, cambio a cada rato los vidrios de las ventanas, porque se rompen con cada hundimiento”.
Armas asegura que a su casa han llegado alcaldes de distintas administraciones para mirar los daños, pero nada más. “La ayuda nunca ha llegado. No tengo a dónde irme y por eso me quedo hasta cuando se caiga mi casita”.
- Los daños
En el mismo pasaje donde reside Armas está la casa de Nelly de Guzmán, de 74 años. Al igual que su vecino, ella ha vivido más de 30 años en Solanda y ha visto cómo el fruto de su esfuerzo se está desmoronando.
“En mi caso, toda la vivienda se está inclinando (con dirección al norte). Si se da cuenta, el piso está de bajada”, cuenta la mujer mientras señala con su mano el suelo. Hace poco más de un mes, debido al movimiento del suelo, se rompieron tuberías.
Además, las infaltables grietas también aquejan a este domicilio. Por ello, una de las medidas que tomó fue colocar un techo en la terraza. El objetivo es evitar que la lluvia se filtre y las rajaduras se empeoren.
Ahora, con la puesta en marcha del Metro, la habitante teme que la destrucción de los inmuebles sea más rápida.
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De Guzmán indica que, con el avance de los daños durante todo este tiempo, el número de las familias afectadas fueron subiendo. Al principio estima que hubo 60, pero ahora serían 400.
“Calculamos que 20 familias ya desalojaron sus casas. Entre ese grupo está una cuñada mía que tuvo que irse y abandonar todo”.
Esta situación no la vivieron ni siquiera con el terremoto de 2016. “Un año después empezó nuestro suplicio cuando se hicieron los trabajos para sacar el agua que estaba debajo de la tierra para hacer el Metro”.
- Las soluciones
Detrás de estos pasajes, cerca del sector La J, se encuentra la casa de Guillermo Montenegro, de 70 años. “Nuestras viviendas empezaron a cuartearse y a caerse con la llegada también de las tuneladoras”.
Este militar jubilado precisa que fue el primero en darse cuenta que los bienes de Solanda se estaban destruyendo con el comienzo de obras del Metro. Por eso, hicieron su acercamiento tanto a la empresa encargada del medio de transporte así como con el Municipio, pero hasta ahora no se han concretado los estudios que confirmen o nieguen si los daños son por culpa del Metro.
Entretanto, hace ocho meses, los técnicos de la Alcaldía capitalina intervinieron la propiedad de Montenegro. Lo que hicieron fue poner pedazos de madera en las cuarteaduras de toda la casa.
Por eso resulta extraño mirar el inmueble de este morador, ya que son medidas superficiales que no dan solución al problema, asegura. “He cambiado las puertas porque se descuadran a cada momento. En algún rato esto se caerá, pero de aquí no nos movemos porque es un patrimonio que lo construí con el esfuerzo de mi trabajo”.
Incluso Montenegro asegura que el piso vibra cuando se pone en funcionamiento el Metro, que ya está operativo desde el pasado 1 de diciembre de forma definitiva.
- Los no tan fregados
Y justamente esa aparente vibración generada por los vagones es lo que más preocupa a Oswaldo Cruz, de 81 años, en cuya casa han aparecido dos rajaduras. “Vivo desde que nos entregaron en este lugar, en Solanda, desde hace 40 años”. Dice que esas fisuras todavía no están comprometiendo a su vivienda, pero está en alerta.
Este electricista ya jubilado dice que hace tiempo les indicaron que en la zona solamente podían construir casas de hasta dos pisos, algo que para él podría también estar contribuyendo a esta situación. Ahora, lo que ruega es que sus bienes no ingresen a la lista de afectados por el movimiento del suelo que mantiene en zozobra a los moradores de Solanda.
- En enero ya se entregaría estudio
Patricia Carrillo, directora metropolitana de Gestión de Riesgos del Municipio, indicó que en Solanda, por su condición geológica e hidrológica, se aceleraron los procesos de hundimiento debido a la construcción del Metro. “Hemos cuantificado un total de 298 viviendas con afectaciones en niveles del 1 (daño menor) al 5 (daño grave)”.
Con respecto al denominado estudio de causalidad, este será para entender qué está pasando bajo el suelo. Así se podrá emprender un plan de reconstrucción de este sector. “No se tratará de culpar a nadie sino de atender a la población de Solanda”.
Carrillo acotó que los problemas de suelo en la zona se han dado desde antes de la construcción del Metro. Recordó que debido a ello, ya hubo estudios previos cuando se entregaron las primeras viviendas. “El suelo era muy débil para que se hicieran construcciones masivas”.
Con respecto a las intervenciones hechas como poner tablas, son medidas de contención a la misma infraestructura. “Ayuda a sostener la infraestructura para mitigar el riesgo de lo que puede ocasionar la caída de una vivienda”. Se han intervenido en 50 viviendas con riesgo más elevado.
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