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Conmemoración

Desde niños hasta adultos, el galeno Diego Pincay atiende en barros pobres de Guayaquil.Romina Almeida

Médico, una profesión de nobleza, valor y sacrificio

EXTRA quiere homenajear a estos profesionales ecuatorianos en su día conmemorativo. Te contamos el servicio que tres de ellos dan en las calles, 'inyectados' de amor y entrega

Son tres héroes de batas blancas, uno ayuda a consumidores de drogas que habitan en las calles, otros dos son parte de organizaciones sin fines de lucro que atienden a grupos  vulnerables. Unos laboran en el sector público, otro en el privado, pero todos viven ‘inyectados’ con el deseo de servir al prójimo.

Uno de ellos es el doctor Rómulo Bermeo ha recibido tres amenazas de muerte por visitar, conversar y tratar a personas consumidoras de drogas, en calles y zonas peligrosas de Guayaquil. Su presencia no le hacía la menor gracia a los expendedores de sustancias psicoactivas. Sin embargo, él no claudicó, siguió en la lucha que ha mantenido desde 2017, primero de forma voluntaria, luego como parte de una comisión del Colegio de Médicos del Guayas.

Todo empezó de niño. Él imaginaba que curaba a sus osos de peluche, aplicándoles sueros, eso le decían sus padres. Esta vocación se incrementó en el colegio Javier (norte porteño). “En mí se sembró la consigna de San Ignacio de Loyola, patrono de los Jesuitas. “El amor y ayuda al prójimo es un valor fundamental en nuestro accionar”, dice.

En la década de los 80, el galeno, se percató de los serios problemas de drogas y consumo de alcohol crónico, cerca del Mercado Central. Por el Parque La Victoria hubo un incremento en el consumo del solvente volátil y alcohol. Creó y formó parte de campañas preventivas.

Hace 12 años, labora de forma consecutiva en MSP, oferta los servicios en tratamiento ambulatorio de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.

Él sirve a esta población de día o de noche, les lleva refrigerio, quiere que se quiten el estigma de delincuente y que entiendan que lo que padecen es una enfermedad.

El doctor Bermeo se mete donde las papas queman. Junto a consumidores en la 45 y la J.cortesía

Confiesa que hay sectores que no conoce, pero igual va a ellos, es que para él la medicina es un apostolado; y su mejor condecoración es sacar a una de esas personas de este mundo de vicio.

El porcentaje es mínimo de los que se han rehabilitado, pero hay quienes se le acercan y le dicen que están trabajando, que dejaron esa vida y ese es su motor.

“Ver que el 10 a 15% de las personas que visito en el día a día, varios acuden a la consulta”, manifiesta el solidario médico, que no desmaya en su deseo de ver calles sin personas que pierden la vida por seguir en el mundo de las drogas.

Curar, tratar, aliviar, consolar

El doctor Diego Pincay, junto a cinco galenos más, sirve en la agrupación sin fines de lucro ‘Guayaquil sin pateo’, ya de eso van cuatro años. Aunque no es la primera vez que se ofrece como voluntario en obras de esta naturaleza. Antes asistió a gente necesitada en Babahoyo y Ventanas.

Dentro de su servicio recuerda una grata experiencia. Hace dos años, cerca de la Isla Trinitaria fue a ver a un paciente que dio positivo para tuberculosis.

“Él no tenía dinero y entre nosotros le conseguimos medicinas y le dimos tratamiento. Era un paciente muy delgado, lo que tosía era una flema amarillenta, con pintas de sangre. Comenzamos a tratarlo con sueros, antibióticos, gestionamos una radiografía para él. Ahora está mucho mejor. Es una paciente de 35 años aproximadamente, superó su cuadro de tuberculosis”, cuenta con satisfacción.

El doctor Pincay tiene un lema: “Si no curamos, tratamos, sino tratamos, aliviamos, sino aliviamos, consolamos. Esa es nuestra misión con cada paciente. Sea lo que sea que lo agobia, ya sea mental, físico o espiritual”, señala.

Trabaja en el sector público, tiene tres años de ejercicio profesional como doctor, pero tiene una amplia experiencia hospitalaria de 10 años, inició como auxiliar de enfermería.

Recuerda que quiso ser médico al ver a su familia padecer por conseguir un doctor para su abuelo, quien padecía de hipertensión y diabetes. “Éramos de bajos recursos y dije que cuando sea más grande sería doctor para sanar las enfermedades de parientes. Hoy este sueño se expandió y sirve con gratitud al prójimo, pues también se abre un espacio para alternar sus labores en hospital público y su servicio en ‘Guayaquil sin pateo’.  

De niña soñó con ser doctora, pues siempre quiso crear un vínculo entre ella y sus pacientes.cortesía

Impactada con tanta gratitud

María Isabel Castro es doctora hace tres años. Hace 10 meses se unió a la fundación Fernove. Ella también saca tiempo de sus labores cotidianas en el centro médico de la Universidad Espíritu Santo (UESS) para brindar atención médica en sectores de gran necesidad, tanto fuera como dentro de Guayaquil. Ella va donde la necesiten.

“Vamos a diferentes cantones y provincias. En sus visitas a Balao, la Isla Puná, entre otros sitios he visto precariedad, llevo y guardo en mi memoria el agradecimiento y sonrisas de las persona que se alegraron con nuestra presencia”.

Para ella los médicos ecuatorianos son muy entregados, apasionados, con muchas ganas de ayudar a los demás y mejorar las condiciones de vida de las personas.