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Matan a peluquero en su negocio
El hombre tenía un orificio en la parte posterior de la cabeza, a causa del tiro. En el piso del local su familia encontró un proyectil percutido
La inevitable pena de sepultar a Carlos Enrique Anchundia Salgado ayer, en un Día del Padre, no fue lo único duro para su familia. A tan peculiar situación dramática se suman las preguntas sin respuestas que giran en torno a su muerte.
Solo saben que una bala les arrebató a Carlos, el segundo de cuatro hermanos y el emprendedor de los Anchundia. Tienen la certeza de que visitarán su tumba en el cementerio Ángel María Canals del suburbio guayaquileño, pero les queda un sinsabor de dudas al no conocer quién o quiénes lo asesinaron y por qué razón.
El domingo, a las 09:00, dos horas antes de su sepelio, a Carlos lo velaban en su casa, ubicada a 10 minutos del camposanto. Esa misma vivienda fue el sitio donde lo asesinaron, indicaron sus parientes.
El hombre, de 56 años, tenía una peluquería junto a su domicilio, desde hace más de 20 años. Gracias al dinero ganado por su profesión de estilista, él pudo comprar un terreno frente a la casa de sus padres para residir y montar su negocio.
Su hermano César Anchundia comentó que, por precaución, Carlos solo atendía a clientes habituales. Por eso presume que tal vez alguien conocido lo mató.
Cuando el peluquero salía de su hogar acostumbraba a informarle a los suyos a dónde iba y qué iba a hacer. Pero el pasado jueves, cuando lo llamaron por teléfono temprano por la mañana para ver cómo estaba, él no respondió. Eso los inquietó.
“Él nunca se pierde tanto tiempo. Si se iba a alguna fiesta o compromiso, nunca dejaba de regresar a su casa”, mencionó una hermana del occiso.
Pasaron las horas y no lograron contactarlo. Por ello, al siguiente día decidieron ir a verlo para saber si le había ocurrido algo malo.
Una vez que entraron a la residencia, sus seres queridos lo encontraron sin vida, de una forma impactante. “Lo han dejado encerrado, metido en el baño”, refirió su ñaño César.
Otro detalle violento del que se percataron fue que Carlos tenía un orificio en la parte trasera de la cabeza. Además, en el piso de la barbería hallaron tirado el proyectil detonado. Entonces no les quedó dudas de que le habían disparado.
César mencionó que en el suelo de la peluquería había restos de cabello. Lo curioso es que la puerta enrollable del local estaba cerrada, pero la puerta de la casa estaba junta.
Según el familiar, las máquinas de afeitar y demás objetos con los que ‘camellaba’ Carlos estaban intactos. No faltaba nada. Razón por la cual descartan que su muerte esté relacionada a un robo.
César acotó que los vecinos vieron a su hermano salir a comprar pan esa mañana y no notaron algo extraño. La parentela presentó la denuncia ese viernes, mientras que el sábado retiraron el cadáver del laboratorio de Criminalística.
Familia teme represalias
Luego de que la familia encontrara a Carlos muerto en su vivienda, llamaron a la Policía para que retire el cadáver. Los allegados rindieron versiones de lo que vieron en la casa a los uniformados.
Uno de los datos revelados por la parentela es que el cuerpo no presentaba huellas de golpes o heridas. El hombre vivía solo.
La Policía investiga el hecho y por ahora no se tienen sospechas de posibles responsables del crimen. Los allegados dijeron que su hermano no tenía enemigos, pero por las circunstancias de su muerte, temen alguna represalia.