Unos dos mil empleados del Ingenio Aztra (Azucarera Tropical Americana), ubicado en La Troncal, Cañar, iniciaron una huelga el 18 de octubre de 1977. Lo que comenzó como una protesta pacífica se convirtió en una de las ‘páginas’ más oscuras de la historia del país, tras una represión que dejó casi un centenar de obreros asesinados.

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El origen de esta tragedia fue la exigencia de los trabajadores de que se respetara una cláusula que les garantizaba el 20 % de cualquier alza en el precio del azúcar. Cuando el quintal subió en 80 sucres, no solo se les negó su derecho, sino que en septiembre de 1977 se emitió un decreto que eliminaba unilateralmente dicha cláusula.

Así, en la tarde de aquel fatídico martes de octubre, la Policía Nacional, ante la negativa de los huelguistas de desalojar las instalaciones, intervino con violencia para desmantelar la protesta.

En una edición de EXTRA de la fecha, el director de Aztra se defendió de las acusaciones afirmando: “Recibimos la noticia de que, al abandonar las instalaciones de la fábrica en forma desordenada y confusa, varios trabajadores de la empresa murieron ahogados al caer en un canal que provee de agua al Ingenio”.

En el contexto político administrativo, la matanza en Aztra se dio cuando el país era gobernado por una junta militar denominada Consejo Supremo de Gobierno de Ecuador (desde el año 1976 a 1979), considerada la última dictadura en la historia política de la nación.

Tras la renuncia del dictador Guillermo Rodríguez Lara, las Fuerzas Armadas tomaron el poder y conformaron un Consejo Supremo de Gobierno. Este estaba integrado por representantes de las tres ramas militares, quienes gobernaban de manera colegiada.

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La junta militar justificó su toma del poder argumentando la necesidad de restaurar el orden y la estabilidad en el país, así como de combatir la corrupción y la ineficiencia del gobierno anterior. Sin embargo, sus verdaderas intenciones eran mantener el control del Estado y sus recursos, especialmente los provenientes del petróleo.

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