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Creó un coche con doble pedal para que alcance toda la familia. Hasta las abuelitas gozan con el paseo.GUSTAVO GUAMÁN

La Madrina de la ‘fórmula 1’ de lata, en Quito

Leonor López se hizo cargo del negocio hace aproximadamente cuatro décadas. Al alquiler de ‘bicis’, le sumó unos carritos construidos por su padre.

Leonor López Veintimilla llegó al parque de El Ejido en el vientre de su mamá, quien tenía un puesto de tiro al blanco. 52 años después, aquel sitio sigue siendo como su hogar y el de casi toda su familia. Su esposo Isauro Giraldo, su hijo Jhon Jairo y hasta su nieto Mati, de dos meses, la acompañan en su trabajo.

En una placita de ese espacio recreativo, del centro-norte de Quito, ella mantiene su negocio: alquila ‘bicis’, triciclos y carritos de lata a pedal. Allí, muchos conocen a la veci y hasta le hacen el gasto para pasar un buen rato en familia.

El fin de semana, Luis Cuichán llegó con su nieta al parque. Un paseo en carrito fue una buena opción para divertirla. “Le gusta mucho, así comparto con ella”.

Grandes y chicos disfrutan de los coches.GUSTAVO GUAMÁN

Cuenta Leonor que su padre y su hermano fueron quienes fabricaron los autos miniatura. “No tenían conocimiento sobre esto, pero aprendieron... Tardaron tres meses en diseñar la dirección para que corriera bien”.

El cochecito más antiguo tiene aproximadamente tres décadas y con los remiendos necesarios sigue ‘papelito’.

Leonor se encarga de darle una ‘manito de gato’. Lo pinta, le parcha las llantas y, con su hijo Jhon Jairo, hasta cambian el tapizado de los asientos.

Le tiene tanto cariño a ese oficio del que se hizo cargo cuando la dueña, Blanquita Herrera, se lo heredó.

“Ella solo alquilaba las ‘bicis’, de a poco fuimos haciendo lo de los carritos, ahora tenemos grandes para la familia completa, hasta la abuelita se sube”, acota.

De todo hay

El requisito para el alquiler de un cochecito es dejar una prenda: la cédula o la licencia. Sin embargo, algunos han olvidado el documento y huyen con lo prestado. “Una vez, un señor estaba subiendo un cochecito en un taxi, se hizo el loco”, agrega Leonor.

Cuando la veci nota a alguien sospechoso, lo manda a seguir con un chaperón.

Incluso recuerda que así comenzó en el negocio. “Doña Blanquita era de la tercera edad, así que nos pedía que le ayudáramos viendo que no se lleven las bicicletas”.

Ella se encarga de revisar las máquinas.GUSTAVO GUAMÁN

Después de 40 años de experiencia, y pese a sus medidas preventivas, Leonor no ha podido terminar del todo con la delincuencia. “Se me han llevado unas 300 bicicletas. Creo que en todos estos años he tenido más de dos mil dólares en pérdidas”, precisa.

Aprenden a estacionarse

En la placita hay de todo y para todos los gustos: ‘bicis’ chiquititas para niños y hasta unas de dos y tres asientos para una familia.

Además de los autitos de latón, hay coches de juguete para que los padres empujen. “Todo se aprovecha. Este (se refiere a un carro) era a batería y como no funcionaba, le montamos en esta estructura”, indica.

Es tanta la inventiva que tiene Leonor que hasta alquila los carritos a pedal a jóvenes mujeres que están aprendiendo a manejar.

Un archivo de cédulas

Centenares de cédulas olvidadas o dejadas intencionalmente han llegado a manos de la veci. Ella las guarda por un tiempo y luego las entrega a la Policía. Aunque a veces también se da el trabajo de ubicar a sus dueños por redes sociales. Leonor es un as en identificar a los clientes en Facebook. “Si logro dar con su dirección hasta se las llevo a la casa”, precisa.

Leonor muestras las cédulas que guarda.GUSTAVO GUAMÁN