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Aunque el aguacero ya había cesado en la ciudadela Sauces, el agua aún llegaba a la rodilla.CARLOS KLINGER

'Lluvia' de desempleo y desesperación en Guayaquil

La caída de un árbol por el torrencial aguacero dejó sin ‘camello’ a un taxista en Guayaquil. La mañana de ayer, en el norte porteño, varias familias aún padecían los estragos del chaparrón de más de 8 horas. No habían pegado un ojo en la madrugada retirando el agua que convirtió sus casas en una laguna.

Lo que más le preocupaba al guayaquileño Carlos Julio Duarte Campos no era solo haberse quedado sin su herramienta de trabajo, un auto amarillo con el que taxeaba, sino cómo decirle al dueño que producto del viento, provocado por la lluvia que azotó al Puerto Principal y a otras ciudades del país, parte de un árbol se desprendió y cayó sobre el automotor, ocasionando su destrucción.

Lo suscitado con este ciudadano, de 45 años, es solo el reflejo de los estragos que dejó el torrencial aguacero que comenzó a la 17:00 del miércoles y anegó varios sectores de Guayaquil, convirtiéndolos en ríos que arrasaron con inmuebles, enseres y vehículos.

Con pesar, el taxista, quien reside en las calles 24 y la J, en el suburbio porteño, explicó la desagradable sorpresa que se llevó a las 05:30 de ayer cuando llegó hasta las calles 23 y la K para retirar el auto con el que desde hace 4 años se ganaba el sustento para su familia.

“No sabía qué hacer, si correr o llorar. Un enorme ficus aplastó casi todo el carro. Pero lo que más me angustiaba era decirle al propietario que su auto estaba destruido. Pensé que me iba a meter preso. Lo llamé por teléfono y le expliqué lo ocurrido, gracias a Dios lo tomó con calma. Vivo de lo que hago a diario y no tengo cómo ayudarlo con los gastos de reparación. Lo dejé en ese lugar por seguridad, sin imaginar que la naturaleza me iba a jugar una mala pasada, chiro y sin trabajo”, manifestó.

El dueño y el conductor observan cómo quedó el taxi tras ser aplastado por un árbol.Cortesía

Italia Yagual Alvarado, quien reside a una cuadra de donde se registró la tragedia, relató que la caída del árbol se suscitó a las 23:30 después de que comenzó a llover y que al desprenderse, el tronco y las ramas no solo aplastaron al taxi, sino también a otro carro, parte de un inmueble esquinero y arrancó los cables de un poste de alumbrado, dejando al sector sin electricidad durante más de 12 horas.

Según el Municipio de Guayaquil, esta fue la lluvia de mayor intensidad del actual invierno y coincidió con el nivel de marea alta. Se registraron 5 colapsos estructurales, 13 caídas de árboles, 13 sectores inundados y 32 calles y avenidas anegadas.

La tragedia con árboles caídos no fue ajena en el norte de Guayaquil. En un parque de la ciudadela Sauces 5, un arbusto se desplomó en medio de un parque, en medio de varios niños que cerca de las 17:30 jugaban en la lluvia.

“Cuando escuchamos el sonido del árbol cayendo, todos corrimos, afortunadamente no provocó daños a nadie”, manifestó un cuidador de carros de este sector.

Moradores de la manzana 311, en Sauces 6 se amanecieron sacando el agua de sus casas.CARLOS KLINGER

‘Venecia’ en Sauces 6

Las manzanas 309 y 311 de la ciudadela Sauces 6 fueron las más afectadas por la tempestad. La mañana de ayer, varias familias aún padecían los efectos del aguacero, pues el agua no solo inundó las calles de este sector, también entró a las viviendas y ocasionó el daño de electrodomésticos y enseres.

Ángel Robayo, oriundo de la provincia de Bolívar, pero asentado desde hace más de dos décadas en este sector de Guayaquil, contó la odisea que vive cada invierno y en especial este. “Todos los años nos inundamos, pero esta vez fue peor, el agua nos llegaba a la cintura. Dejó de llover hace más de seis horas (09:00 de ayer) y seguimos sacando el líquido”, dijo el septuagenario mientras ayudaba a sus familiares a sacar los colchones, muebles y ropa que nadaban como peces en el agua.

En el solar 2 de la manzana 309, la familia Maita Rattia, oriunda de Venezuela, también padeció las consecuencias del chaparrón. A ellos se les dañaron la nevera, un televisor y dos camas.

En este espacio había una casa de caña, al desplomarse fue arrastrada por el agua.CARLOS KLINGER

Magda Rattia, una de sus integrantes, aún asustada, calificó como un diluvio el aguacero de más de 8 horas. “Con la naturaleza no se puede hacer nada, nos queda más que aceptar y limpiar. No hemos pegado un ojo, hemos limpiado toda la noche y mañana”, indicó la extranjera.

Casa a la zanja

En la manzana 1504, en el bloque 8 del Fortín, en el noroeste de Guayaquil, una casa se desplomó por la lluvia y cayó a una zanja. Impávidos, a los moradores no les quedó más que observar como la casa de caña era jalada por la corriente, que también arrastró las pocas pertenencias que había en su interior.

“La dueña se mudó hace casi un mes, ese día llovió fuerte y la casa estaba a punto de caerse. Ella vivía con sus niños, se fue para evitar una tragedia”, comentó una vecina.