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¡La 18 también fue afectada por el paro nacional!
Las trabajadoras sexuales sufrieron por la ausencia de clientes.
La situación del país se tornó complicada. En el contexto del paro nacional, no solo escaseaban algunos productos en el mercado, sino que también se sintió la falta de clientes en la popularísima zona de tolerancia de La 18. “No hay dinero ni para el ‘palito’...”, dijo uno de los pocos clientes.
Y es que, pese a que el servicio sexual seguía costando 12 dólares, la ausencia de personas era más que evidente.
Los bares de la popular zona de tolerancia ubicada en las calles Salinas y Brasil, suburbio de Guayaquil, lucieron desolados. Ellas lo atribuyeron a las medidas económicas y al paro nacional.
Las cosas no marchaban nada bien para Katty (nombre protegido), una venezolana de 23 años dedicada al ‘oficio más viejo del mundo’.
Aunque debía hacer su cuota de ‘puntos’ o clientes diarios no le alcanzará. El dinerito que llevará a casa escaseará. Pese a que se maquilló más de lo normal y dejó sus labios marcados de rojo para coquetear, nadie la contrataba para un ‘cuerpeo’. ¡Cosas de la crisis!
En esta ocasión sabía que debía ir más provocativa que de costumbre, ya que la ‘competencia’ por la clientela era aún más voraz.
Esta es la realidad: decidió dejar descubiertos sus glúteos y senos para ver si con su blusa transparente lograba llamar más la atención. Su melena negra, perfectamente alisada, la dejaba verdaderamente hermosa. ¡Pero nada de nada!
Mientras se terminaba de rizar sus pestañas, Katty contó que el día viernes la policía los obligó a cerrar el lugar y desde entonces la situación se volvió complicada para ellas, ya que perdieron un día entero de trabajo y el fin de semana fue “malo” porque los clientes no llegaron como otros días.
Según esta madre de dos niños, por un día de sus servicios recibe entre 80 a 100 dólares.
Eran las 16:10 y a toda prisa Katty ingresó a una habitación pequeña en la que solo cabe una cama de una plaza y un lavadero.
Un cliente pidió sus servicios y no se podía negar, pues era su segundo ‘punto’. Antes de cerrar la puerta dijo: “esperemos que las cosas mejoren porque se necesita trabajar”, mientras cerraba una puerta vieja color café.
Según la presidenta del barrio de tolerancia, Brenda Rentería, normalmente un sábado acuden cerca de 3.000 clientes, pero este fin de semana no llegaron ni a los 1.000, lo cual representa una pérdida incalculable.
Brenda solicita que tengan consideración con las chicas que trabajan en el sitio. Pide que no las obliguen a dejar de trabajar, pues muchas de ellas alimentan a su familia con el dinero que hacen en el día.
Por otra parte, la presidenta destaca que cuentan con cámaras de seguridad en distintos puntos para salvaguardar la integridad de las trabajadoras.
Son cerca de 600 jóvenes, entre 18 a 30 años, que laboran en este famoso centro de entretenimiento de adultos. Todas saben que deben recuperarse de esta caída económica y por eso no han cambiado su tarifa.