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Los juegos tradicionales se reinventan ante la COVID-19
El Museo de la ciudad buscó la forma de llevar los saberes de antaño a los hogares capitalinos
El escenario de los juegos tradicionales hoy es otro. Atrás quedaron los días de agosto, en los que el Museo de la Ciudad, en el Centro Histórico, prolongaba sus jornadas hasta la una de la mañana para compartir con los visitantes las curiosidades de antaño y así festejar el mes de las artes.
Al menos por un tiempo, el trompo, las canicas, las cucas, la rayuela y el sapito dejaron los patios del lugar y ahora se reinventan en las plataformas digitales para llegar a los hogares de los capitalinos.
“Estamos haciendo videos e infografías para llevar el contenido a las personas y así evitar que estas actividades se pierdan”, precisa Carolina Navas, jefa de museología educativa de ese espacio, inaugurado hace 22 años.
Un cierre obligado
Es la primera vez que cierra sus puertas. Debido a la crisis sanitaria generada tras el brote de coronavirus en Ecuador, desde marzo pasado, en el sitio solo se cumplen con las tareas de mantenimiento y conservación de las salas para que no haya afectación en el patrimonio.
La propuesta actual, además de los recorridos virtuales que ofrece el museo, consiste en otros espacios lúdicos para interactuar con el público como las cucas virtuales (muñequitas para vestir) de personajes principales de otros tiempos como los aguateros, los serenos y las cajoneras.
Los primeros eran los encargados de trasladar grandes pondos desde las piletas de las plazas hasta las casas de las personas.
Los serenos, en cambio, vestidos con abultados ponchos para soportar el frío de la noche, se encargaban de encender los faroles. Las cajoneras, por su parte, eran mujeres que se ponían en las puertas del Palacio Arzobispal, del de Gobierno y del Cabildo con grandes armarios en los que ofrecían agujas, botones, juguetes y demás. “Eran una especie de bazares ambulantes”, explica Navas.
La tradición
En años pasados, durante las semanas de agosto en el Museo de la Ciudad se vivía una verdadera fiesta. Jorge Ribadeneira Granda era el invitado de honor en cuanto al juego del trompo se trataba. Él dejaba su taller, ubicado en La Ronda y se trasladaba al museo con su máquina para mostrar a los niños cómo se hacen los trompos. Ese juguete que gira impulsado con una cuerda y cuyos primeros vestigios datan de hace más de 4.000 años.
Hoy, al no poder hacer la muestra, Carolina dice que el museo quiere hacer un video sobre el tema para subirlo a su sitio web y redes sociales. Allí, los contenidos alcanzan miles de visitas. “En este tiempo. La gente busca artículos para leer. Hacemos también conversatorios con especialistas”, añade.
Dentro de los juegos tradicionales que se han generado en la plataforma informática hay también armables de vehículos, casas y personajes coloniales.
Otro espacio que quedó suspendido debido a la pandemia es el festival de golosinas tradicionales. Es por eso que el Museo busca la forma de compartir por la red recetas tradicionales y los oficios de los artesanos que las preparan.
El reto de trasladarlo a la web
Para el sociólogo Sergio Urrutia, el transmitir estos juegos tradicionales de generación en generación ayudan a crear un sentido de pertenencia en el lugar en el que se vive.
Aunque la idea sería que se los realice de forma presencial para que no pierdan su esencia, al menos la plataforma digital logra que no se olviden.
“El juego siempre ha sido una forma de desarrollo, que ayuda al ser humano a formar parte de una comunidad y entender el funcionamiento de las cosas. Sin embargo, ahora sin esa interacción, es un verdadero reto”, acota.