En la tarde de este jueves 18 de julio de 2024, la tranquila calle Calderón y Octava, en el norte de Esmeraldas, se convirtió en el escenario de una tragedia que dejó a la comunidad en shock y a una familia aferrada a la esperanza. Un menor de edad, de tan solo 16 años, recibió al menos ocho disparos en un ataque despiadado que casi le arrebata la vida.

El joven, estudiante de la Unidad Educativa Margarita Cortés, regresaba a su hogar vistiendo el uniforme de su institución cuando fue interceptado por dos sujetos a bordo de una motocicleta. Sin mediar palabra, los agresores descargaron una ráfaga de balas sobre el indefenso muchacho, dejándolo tendido en el suelo, empapado en su propia sangre. La escena era devastadora, un grito de desesperación en un barrio que nunca había conocido semejante violencia.

Desesperados, vecinos y familiares del joven lo trasladaron de inmediato al hospital Delfina Torres de Concha. Los médicos, enfrentando una situación crítica, lograron estabilizarlo milagrosamente a pesar de la gravedad de sus heridas. "Está vivo y estable, es un milagro", exclamó una mujer arrodillada a las puertas del hospital, con lágrimas de alivio y fe en sus ojos.

Afuera del hospital, la comunidad se reunió en una vigilia espontánea. Decenas de personas, arrodilladas en la vereda, rezaban fervientemente. "Ahora nos toca orar para sostenerlo y darle gracias a Dios por el milagro", dijo otra mujer con voz entrecortada, mientras sus manos temblaban al sostener una Biblia.

El violento ataque movilizó a las fuerzas del orden. Militares y policías se desplegaron en los alrededores del hospital para prevenir cualquier intento de terminar el trabajo macabro que los gatilleros no lograron completar. Las autoridades confirmaron la activación del Código Plata, una estrategia interinstitucional destinada a proteger la integridad del personal y los pacientes en los hospitales del país.

“Sentimos una mezcla de miedo y gratitud. No podemos creer que sobreviviera a tantos disparos”, comentó un vecino que presenció el traslado del joven al hospital. La comunidad, aunque atemorizada, se mantiene unida, con la esperanza de que el joven recupere su salud completamente y se haga justicia por este acto atroz.

La historia de este menor, que desafió las probabilidades y se aferró a la vida, es un testimonio de resistencia y esperanza en medio de la adversidad.

Mientras tanto, las autoridades continúan investigando el ataque para llevar a los responsables ante la justicia y devolver la paz a esta comunidad afectada.

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