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La policía acordonó el lugar donde ocurrieron los crímenes, en pleno centro de Esmeraldas.Luis Cheme / EXTRA

El legado de Magandi, de sacar a jóvenes de las pandillas a morir por una bala perdida

Víctima colateral de sicariato era un evangelista que encaminó a varios chicos para salirse de la mala vida. Murió en balacera por sicariato

Magandi había entregado su vida al servicio de Dios. En ese andar sacó de la calle y de la mala vida a más de 15 muchachos que eran miembros de bandas o pandillas, se dedicaban a delinquir o consumían drogas. Pero por esas mismas cosas de la vida, un hecho violento en el que sicarios asesinaron a otro hombre, por una pelea de bandas, acabó con su vida. Fue víctima colateral del suceso.

Ricardo Tapia, el nombre real de Magandi, estuvo en el momento y en el lugar menos indicado. El pasado martes 11 de julio, cerca de las 15:30, pasaba en su bicicleta frente a una tercena ubicada en las calles Pedro Vicente Maldonado y Piedrahíta, centro de Esmeraldas, cuando una bala perdida le ‘pegó’ en la cabeza, provocándole la muerte unos minutos después en una casa de salud.

El tiro que mató a Tapia salió de la balacera que se armó cuando tres sicarios a bordo de una moto llegaron al sitio para asesinar a Jair Molina Carvajal, de 30 años, quien estaba comprando carnes en la tercena y que habría respondido con disparos el ataque armado de los gatilleros. Jair murió, pero junto con él también cayó, ‘sin ser arte ni parte’, Magandi. 

Tapia, según sus familiares, vivía a pocas cuadras del sitio e iba a hacer unas compras para realizar unos arreglos en su casa. Minutos antes de su fatal deceso había almorzado junto a su esposa e hijos. “Nos dijo que ya volvía, pero nunca regresó. Cuando nos avisaron lo tenían en el Centro de Salud Tipo C Las Palmas, pero ya estaba muerto”, aseguró un familiar que solo se identificó como Carmen.

Dos fallecidos y tres heridos dejó la balacera, entre los heridos se encuentra una menor de 15 años de edad, quien se recupera en una casa de salud.

Quienes lo conocían aseguran que, para ganarse la vida, el hombre de 52 años se dedicaba a la venta de pescados en las inmediaciones del mercado municipal de Esmeraldas. Magandi era un hombre entregado a Dios y miembro de una iglesia cristiana de Esmeraldas.

Magandi era una persona muy querida, porque ayudaba a otros a salir de los malos pasos.Luis Cheme / EXTRA

Sus hermanos en la fe lo recuerdan como una persona solidaria y siempre dispuesto a ayudar a los demás. “A él le gustaba mucho predicarles a los jóvenes que andaban en malos pasos. A muchos los ayudó a encontrar el camino de Dios. Es lamentable que ya no esté con nosotros”, aseguró la hermana Esperanza Bone, quien asiste al mismo culto al que iba Magandi.

“Carlos”, nombre protegido, es uno de los jóvenes a los que ayudó. Él tenía más de 15 años en la adicción a la base de cocaína y con apenas dos “sermones” Magandi logró que recapacitara y entregué su vida a Dios. Hoy lamenta la muerte de quien lo ayudó a encontrarle sentido a la vida. 

“Era como mi padre, me ayudó a conocer a Dios y a entregarle mi vida. Me van a hacer mucha falta sus consejos, sus regaños. Voy a seguir con su legado y ahora ayudaré a otros para que se acerquen al Creador”, aseguró el muchacho, quien asiste a la misma iglesia cristiana.

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