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Carlos vende sus empanadas en una carreta.Joffre Flores

El delicioso mundo de las empanadas de Carlos en Martha de Roldós de Guayaquil

Su ‘zona’ actual es la Martha de Roldós, pero vendía en la Bahía y afuera de la Estatal. Los sabores de sus bocadillos son inventados por él y su mamá de 87 años

Hasta la combinación más ‘lámpara’ que el cliente pueda imaginar. Así son las empanadas de Carlos, comerciante de la ciudadela Martha de Roldós, en el norte de Guayaquil, que labora de lunes a viernes entre 15:30 y 19:30.

Él dice que ofrece las empanadas de su mamita “porque mi mamita me las hace y yo las vendo, para no ser un vago y mantenido”. Lo dice gritando, como si tuviera un parlante integrado a su garganta.

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A él no lo acompaña nadie, va con su carreta bien puesta y su uniforme: una camisa de mangas largas bien abotonada, un gorro de chef, un mandil y su bigote que le dan un toque interesante. Su carrito carga una caja plástica en la que protege las empanadas del polvo y cualquier contaminante.

Pero eso no es todo, ahí también porta un garrafón de té helado. “Las empanadas ya no están hechas por mi mamita porque ella ya tiene 87 años, pero empezó así, por necesidad”, le confiesa a EXTRA.

¿Cómo empezó el negocio de la venta de empanadas?

Él asegura que hace 24 años la venta de los bocadillos fue en primera instancia solo una broma. Él le dijo a su mamá, la señora Teresa Rovira, que iría a ofrecer las empanadas que ella había iniciado vendiendo por necesidad para mantener a sus ocho hijos. “Me llevé 50 unidades a la Bahía, donde era el hotel Humboldt (avenidas Malecón y Olmedo) y las vendí todas. Aumenté la cantidad hasta llegar a 400, pero un día me quedé varado”, recuerda.

En aquella ocasión tomó la decisión que cambió su negocio. Se bajó afuera de la facultad de Administración de la Universidad de Guayaquil y las vendió toditas. “Luego de eso vendía en la Bahía y en la (universidad) Estatal. En el día me compraban 900 empanadas y de todos los sabores”, comenta.

Su traje formal es su distintivo. Las empanadas, además, dice que están bien rellenas.Joffre Flores

Precisamente sobre los sabores, tiene mucho que decir, ya que su menú incluye harta variedad. Él empieza a enumerarlos y ocupa todos los dedos de sus manos. “Pollo, pollo con fréjoles, carne, carne con fréjoles, queso, queso con jamón, queso con choclo, ranchera, metralleta, napolitana y terremoto”, termina de decir. Pero las salsas para acompañarlas no se quedan atrás: tiene la salsa ‘arrecha’, que es de pepino rallado con vinagreta, limón y mostaza, y la salsa de ají.

“Me gusta este negocio y siempre me ha gustado. Empecé desde muy pequeño en el comercio vendiendo almuerzos, meriendas, desayunos, naranjas, mangos, helados y hasta trabajé en la basura. Y aquí estamos ahora”, finaliza. 

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