Aunque usted no lo crea, las fracturas en los penes son reales, así que tenga cuidado. Un caso clínico presentado por el doctor quiteño Edison Pazmiño, MSc. en Sexología Clínica, revela las devastadoras consecuencias de este tipo de lesión en el miembro viril. Un paciente guayaquileño de 61 años sufrió un intenso dolor y un trauma emocional significativo debido a esta lesión poco frecuente.

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El caso del doctor Pazmiño refleja la popular expresión ‘la realidad supera la ficción’. “Un paciente de 61 años sufrió una fractura en el tercio medio del pene durante un encuentro sexual hace cinco años. El dolor fue tan intenso que pudo oír el ‘crack’ de la lesión”, relata.

Tras escuchar el crujido, el dolor se intensificó y el miembro se hinchó rápidamente. La rotura de los tejidos internos provocó un gran moretón debido a la acumulación de sangre durante la erección. “Imagínate tener rota esa parte y que, encima, no deje de salir sangre”, añade el doctor.

La urgencia para tratar esta lesión era extrema. La demora en la atención médica puede llevar a complicaciones graves, como infecciones, debido a la acumulación de sangre coagulada. 

En el caso del paciente, la atención médica llegó aproximadamente 7 horas después del incidente, cuando lo máximo que es recomendable ir al médico tras un traumatismo grave es tres horas. Aquello resultó en una infección que requirió cuatro cirugías para limpiar la pus y desinfectar la zona. Además, se dejó el pene al descubierto, sin piel, para facilitar la cicatrización de la zona afectada.

Las secuelas fueron severas. El paciente perdió una porción significativa de la piel del pene, lo que requirió injertos de piel de otras partes del cuerpo. “Más o menos quedó como el pene de Frankenstein, con muchas cicatrices”, explica Pazmiño.

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Después de las múltiples cirugías, el miembro se acortó y la función eréctil se vio afectada. Además de las consecuencias físicas, el paciente experimentó un profundo impacto psicológico, incluyendo vergüenza, culpa y ansiedad, que lo llevaron a intentar suicidarse.

El caso se complicó aún más porque la persona con la que tuvo el ‘cuerpeo destructivo’ no era su esposa, sino la otra. “¿Cómo le explicas a tu familia cómo ocurrió ese evento? Él les contó una versión rara, pero su esposa, con suspicacia, leyó el expediente médico y descubrió la verdad”, revela el sexólogo.

Al enterarse, la esposa abandonó al paciente mientras aún estaba hospitalizado, lo que agravó su estado emocional. Como secuela, desarrolló una fobia a las relaciones sexuales que dificultó aún más su recuperación.

El especialista señala que, a pesar de sus intentos de retomar su vida normal, el paciente sigue luchando con las secuelas cinco años después del incidente. Ya no podrá tener erecciones naturales y tomará pastillas de por vida para mantener la función eréctil.

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