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El sueño de las amigas es expandir su negocio a otros lugares del país.GUSTAVO GUAMAN

La historia de dos amigas que unieron sus habilidades para emprender un negocio

Eran vecinas y ahora socias. Salieron de un centro comercial porque les tenían ‘pica’ y se pusieron un ‘nego’ donde combinan parrilladas con pintura

Mientras Margoth Portocarrero termina de darle los toques finales a la pintura de un Cristo de la Misericordia, Yolanda Tituaña cocina unos huevos revueltos.

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Ambas son amigas incondicionales y comparten el mismo anhelo: salir de la crisis económica con el emprendimiento que se pusieron.

Tienen un negocio innovador en la Mariscal, en el norte de Quito. Se trata de una galería café que le ha dado vida a una cuadra en la que, por las mañanas, solo transitan oficinistas y, por las tardes, consumidores de estupefacientes.

Los clientes como Javier Benavidez pueden degustar de un exquisito desayuno continental, mientras admira obras religiosas o paisajes artísticos elaboradas al óleo. “Es interesante estas nuevas propuestas que enriquecen a la ciudad”.

Yolanda llega a las 07:30 desde Tumbaco. Limpia el local, sacude el polvo de los cuadros y prende una cocineta para estar lista y recibir a los comensales. Ella prepara desayunos, sánduches de pollo, café, capuchino y variedades de té.

A la media mañana saca una parrilla, descongela embutidos y carnes para cocinar asados que los vende por las tardes.

Por su parte, Margoth llega a las 10:30 para continuar con sus obras. Posee un espacio donde hay un caballete y sus herramientas para crear. El 6 de diciembre dará un taller sobre pintura artística.

En la actualidad, culmina un cuadro religioso que lo mandó a hacer un sacerdote de México. “También restauro obras religiosas para templos de Guatemala”. La artista tiene más de 30 pinturas en exhibición en su galería y también ofrece artesanías.

Lealtad entre ‘amiguis’

La idea de la galería café surgió cuando las mujeres dejaron de trabajar en un centro comercial, en el que cada una tenía su propio negocio.

Según Margoth, sus vecinos les tenían envidia porque ellas se llevaban bien y atraían clientes. Por eso, les hicieron la vida imposible, agrega Yolanda. Las amigas recuerdan que les hacían problema por todo, no les dejaban trabajar, les molestaban. Peleaban con ellas.

Yolanda asegura que su sazón es inigualable al preparar sánduches.GUSTAVO GUAMAN

Margoth fue la primera en irse del lugar. Dejó algunas pinturas a su amiga para que las exponga en su cafetería y se marchó. Sin embargo, a Yolanda le cayó la ‘mala vibra’ de los dueños de otros locales y, al mes, también ‘se la sacó’.

Es entonces cuando decidieron emprender juntas, pero no sabían por dónde empezar. Margoth, de 60 años, se dedica a las artes plásticas y Yolanda, de 42 años, es buena para el arte de la gastronomía.

Hasta que se le prendió el foco a la artista y decidió combinar las habilidades de ambas. Así nació la galería café.

El negocio está abierto apenas dos meses, pero en ese tiempo se han ganado el carisma de sus clientes como Benavidez, quien acude cada mañana para desayunar y despejar su mente viendo los cuadros.

Margoth aprendió a pintar por su padre, quien también era artista.GUSTAVO GUAMAN

También se han ganado el aprecio de los propietarios de otros locales, tanto así que Yolanda dice que les mandan piropos cuando pasan por el local. “Hay uno que otro, pero no quieren postularse”. Se ríe.

La amistad entre las dos es tal que por varias ocasiones, según Margoth, la gente ha pensado que son pareja. “Pero a nosotras nos gustan los hombres”, enfatiza.

Todavía no le ponen nombre al ‘nego’, pero en un futuro, si les va bien, pretenden abrir sucursales del emprendimiento.

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