“Le he entregado mi vida a Dios con dos esperanzas: la primera, que me sanara del mal que me aquejaba y, la segunda, más importante, encontrar a mi hija, a quien perdí sin querer cuando ella apenas tenía tres meses de nacida”.

Veinticinco años han pasado desde que María Quito Peralta llegara a Diario EXTRA, llorando. Fue en el año 1999. No recuerda con exactitud la fecha, pero guarda como un tesoro el recorte -ya amarillento- de la nota periodística publicada, confesando su dolor.

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Cuando María hizo esa confesión, recordó que había dejado a su niña al cuidado de “una amiga” mientras ella iba a trabajar para poder comprarle su lechecita y los pañales. Cuando llegó a verla, la bebé ya no estaba. Le dijeron que el padre de la nena se la había llevado, pero lo raro es que la mujer que la tenía también había dejado la casa. Y nunca más la volvió a ver.

Para ese año, 1999, cuando contó esa historia, la mujer llevaba 33 años en esa búsqueda. Para la actualidad, ya son 58 años en total, que hoy puede llegar a su fin. Y es que, por esas cosas raras del destino, María cree haber encontrado a su retoño.

Y para contarlo, volvió a EXTRA, pero ahora con fe y con otro periódico en la mano, el del sábado 29 de junio de 2024, en el que ella destaca una nota titulada: “¿Dónde estás, mamá?”. Muy segura y mostrando esa página, María ‘reza’ su verdad mientras su voz se entrecorta y, como si fuese una niña, hace pucheros y llora.

“Ella es mi hija. Dios dice que lo que se confiesa con los labios, así será. Y yo estoy segura de que ella es mi hija”, asegura la mujer, de 77 años. María se refiere a Gladys Yolanda Torres Zambrano, quien, en cambio, busca a su mamá, de quien dice la separaron hace 59 años.

Los años no concuerdan por uno de diferencia, aunque en las historias de ambas hay un punto conector, un hombre, aquel que fue marido de María, Gelasio Alberto Torres Santistevan, el mismo del que Gladys dice que es su padre.

A partir de ahí, parece entrelazarse una cadena de similitudes que María Quinto, entre sollozos y a veces de manera atropellada que confunde un poco, va contando para confirmarse a sí mismo y a quien la escucha, que Gladys es su hija.

“Ella nació en el año 1966, el 14 de mayo. Ella tiene a la fecha 58 años, no 59, como dice”, asegura corrigiendo lo que, señala, son errores de lo que le han contado a Gladys. Lo mismo dice de la dirección donde vivía cuando estuvo embarazada y dio a luz a su hija. “Era en Calicuchima y la 14, no en la 17 y Maldonado, como le han dicho (a Gladys)”, insiste.

Y vuelve a hablar del fallecido Gelasio Torres, el hilo conector entre estas dos mujeres: Gladys, la que busca a su madre hace 59 años, y María, quien busca a su hija hace 58 años. El hombre, ya fallecido, fue el padre de la primera y marido de la segunda.

“Me separé de él porque él me pegaba mucho”, dice la señora Quito, al recordar que el sujeto “era ruletero, es cierto, andaba de pueblo en pueblo haciendo dinero con eso”, algo que concuerda con lo que le han contado a Gladys sobre aquel sujeto.

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Luego de seguir contando sobre algunas coincidencias en nombres, sobre la familia de Gelasio, de la pérdida de su hija, las direcciones donde vivía y más, María insiste en que “ella es mi hija”, mientras su nieto Zairo, quien la acompaña, la observa y da fuerzas.

Entonces EXTRA llama a Gladys Torre. Mientras María solloza y reza en voz baja, diciendo “todo lo que confieses con tu boca será hecho”, la voz al otro lado del teléfono se oye emocionada y acelerada cuando se le cuenta que una mujer que dice ser su madre está en nuestras oficinas.

Y enseguida se pacta un encuentro entre María y Gladys. Porque el dolor de dos mujeres puede llegar a su fin. Porque, al menos, el hilo conductor de Gelasio les puede dar indicios de si son madre e hija.

Zairo, nieto de María Quito, fue quien leyó la nota periodística sobre Gladys Torres Zambrano y recordó que su abuela les ha contado a la familia toda la historia de la hija que ha buscado durante 58 años. 

Yo estaba en la peluquería haciéndome cortar el cabello, cuando veo el EXTRA, ahí lo compran para que la gente que llega se distraiga leyendo, es una tradición. Cuando vi la nota, me acordé de mi abuela y al leerla veo el nombre de Gelasio Torres, el mismo del que mi abuela me había hablado”, relata.

Entonces les dijo a los de la peluquería que le vendieran el periódico.  Poco después llegó a la casa y le dijo a María Quito: “Abuelita, ¿cómo es que se llama el hombre con el que tuviste una hija que se desapareció?”. Ella le dijo el nombre de Gelasio Torres. “Entonces no busques más, abuela, aquí está tu hija”.

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