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Guayaquil: El viejo River Oeste busca recuperar prestigio de antaño con una reina internacional
Enclavado en pleno corazón de Guayaquil, el River Oeste es un emblema para toda una barriada. Deporte, cultura y diversión son parte de su ser.
Con esta reina no hay lámpara. Es ‘de zona’, es del pueblo, como dice la gente. Sin perder su glamur, con unos tacones para elevarla un poquito de sus 1,63 metros, elegante y sin tanto maquillaje, Mirella Aguirre le saca el cuerpo a eso de que las reinas son solo bonitas y nada más.
La barriada alrededor del viejo y querido club River Oeste, ubicado en la calle 11, entre Huancavilca y Medardo Ángel Silva, la conoce bien.
Con solo 18 años y a punto de graduarse en el colegio Hispanoamericano para luego continuar la carrera de Jurisprudencia, Mirella es la reina de este club, creado en 1951 y enclavado en el corazón del suburbio guayaquileño.
Hoy, ella forma parte de ese grupo que con esfuerzo busca recuperar el renombre de este lugar que “ha sido emblemático por ser el escenario de tremendas fiestotas” con orquestas allá por los años 70, 80 y 90, “y por ser cuna del buen peloteo y el box”, recuerda su actual presidente, Jonathan Vanegas.
De allí que a Mirella no le pesa la corona ni le molestan los tacos para acercarse a su barriada y comunicarles que la Navidad también llegó al River Oeste. Ahí está un grupo de trabajadores que ha hecho de esa zona un lugar conocido para el lavado de carros. Y la reina no duda en saludar y hablar con ellos.
En el barrio, todos saben que Mirella Aguirre no es solo su soberana, sino también ahora es la nueva reina del Miss Americano Internacional, concurso que ganó el pasado 26 de noviembre, en Quito.
Comunidad unida
Wilson es quien se sorprende al verla acercarse. Apurado, deja la franela con la que está limpiando unas alfombras, se termina de secar las manos en su pantalón y se para recto ante ella. Los grandes ojos verdes de Mirella resaltan su fino rostro y eso, por supuesto, no pasa inadvertido para nadie. Ella le explica lo de la fiesta y él solo asiente, un tanto absorto.
Sigue su camino. Se acerca a otros lavadores de carros y ella extiende su mano para saludar.
Luego se abre paso por entre un gallo y una gallina amarrados a la entrada de un pequeño zaguán, ingresa y sin siquiera tambalear con sus tacones sube por una estrecha escalera de madera sin pasamanos, un poco insegura.
Al tocar la puerta, Miguel Pacheco la recibe en su humilde hogar. Sus dos hijas, Enma Victoria (14 años) y Pierina (15) están en la mesa armando un trabajo colegial, mientras Carmen Minota, la ‘dura’ del hogar, cocina.
Mirella agradece la bienvenida y les hace la misma invitación que a Wilson, para que este domingo 18 acudan a la fiestita navideña para los niños del sector. Con amabilidad, le explica que habrá regalos para los pequeños y que esto se trata de una actividad de integración con el sector, porque el River Oeste es eso: una comunidad unida.
Nostalgia y prestigio
Pero en esta actividad de recuperar el prestigio del club, Mirella y el presidente de la institución no están solos.
Miguel Pacheco, quien también forma parte de ese grupo que lavan vehículos, cuenta que es de la tercera generación de su familia en este barrio y que “es un orgullo poder vivir en este sector, porque el River Oeste es parte de nosotros, de la comunidad”.
A sus hijas, dice, les inculca la importancia de ser comprometidos con la gente del sector, porque “lo ideal siempre es que haya unidad entre los vecinos”.
¡Cómo olvidar los bailes!
Alfredo González Huayamave, a quien conocen como El Guapo, es un exresidente de la zona y que, pese a vivir ahora bastante lejos, en la 44 y la C, suburbio porteño, cada fin de semana regresa a su viejo barrio.
“El River Oeste para nosotros es como un templo de enseñanza para la disciplina, la cultura, lo social. Ahí siempre se hacían campeonatos de indor, box, concursos de poesías y oratoria de las escuelas de alrededor”, cuenta El Guapo para resaltar la importancia de este club, que ya tiene 71 años.
González, quien en su juventud fue boxeador y arbitraba en los torneos que allí se realizaban, recuerda que otra de las cosas que hizo relucir al club fueron los bailes que allí se realizaban. “Eran algo especial, todos los domingos que había kermés se bailaba. Ahí pasaron las mejores orquestas del Ecuador: la Blacio Jr, Falconí Jr, Los Cinco Ases, incluso la Sonora Matancera llegó con Leo Marini, Alberto Beltrán Celio González, Rolando La Serie, unos monstruos de la música”, dice con cierta nostalgia y orgullo.
Gladys Vera, quien habitó por la zona hasta que se cambió al Guasmo, también recuerda esas fiestotas. “Uno aquí se divertía todas las semanas. El River era reconocido en toda la ciudad por esos bailes que había. Aquí conocí a mi esposo, quien era ‘aniñado’ del Centenario, pero se venía a ‘vacilar’ a las fiestas”, recuerda la mujer de 76 años con cierta picardía.
Algo parecido es lo que le ocurrió a Jonathan Vanegas, de 52 años y actual presidente del club. Él no era de ‘zona’, sino que llegaba a disfrutar del ambiente. Ahí fue que conoció a quien luego fue su esposa, Jessica, con quien tuvo tres hijos.
“Ya me separé de ella, pero mis hijos son orgullosamente vecinos del sector y ahora yo presidente del club. La tarea es recuperar el prestigio del River Oeste, que vuelva a ser ese referente del deporte, la cultura y la sana diversión en Guayaquil”, destaca Vanegas.
Y en ese paso, la reina Mirella Aguirre toma la posta. Porque no se trata solo de tener una representante de belleza. No es solo una reina con corona, es una reina de la comunidad para la comunidad.
Una fundación entre sus planes
Con 161 socios activos, el club busca resurgir. De allí que su actual dirigencia, presidida por Jonathan Vanegas, haya presentado ya un plan ante el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para crear una fundación que sea parte del River Oeste.
El objetivo es que a través de esta se obtengan recursos, donaciones nacionales o extranjeras, que permitan llevar a cabo obras sociales.
“Por ahora se realizan campañas de asistencia visual, pero se quiere profundizar con otro tipo de asistencias a la comunidad”, explica Vanegas.
Como autogestión, el club alquila sus canchas para diferentes torneos de indor, vóley o box; así como para eventos sociales y otros, además de contar con un salón de eventos para 100 personas.
Y como parte de las estrategias de integración con la comunidad, cuenta Vanegas, “hace poco se instaló una alarma comunitaria, que incluso ya se usó y previno el robo de una cartera a una mujer”.