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Guayaquil: Trabajadoras sexuales desmienten que haya subido precio del servicio a clientes
El precio del ‘cuerpeo’ desde hace rato está en 15 dólares. No cobrarán más ni aunque suba el IVA. Hay muchos mirones y pocos clientes, dicen
La música suena alto. Bachata por un lado, salsa en la acera del frente, algo de rocola ‘cortavenas’ más allá. Son las once de la mañana y el ambiente de ‘vacilada’ en el barrio de tolerancia conocido como la 18, en Guayaquil, apenas comienza a tomar cuerpo. Cédula en mano para el registro de ingreso, los ‘calenturientos’ van llegando de a poco. Aunque en realidad hay más mirones que clientes.
En el lado ubicado entre la calles Gómez Rendón y Brasil, casi al centro, donde resalta un volado amarillo como si fuera un acceso a un minicomercio, que en realidad es la zona de bares y ‘puntos’, se ubica la ‘familia miranda’. En un momento dado hay hasta 27 personas ahí observando a las chicas. Solo ‘sapean’, pero nada de gasto. Ni biela siquiera consumen.
Una que otra chica les sonríe coquetamente, para ver si alguno se decide, pero nada. Otras ni 'bola' les paran porque ya saben que solo son mirones. La clientela ha decaído, eso lo saben bien todas. Del otro lado, en el espacio ubicado entre las calles Brasil y Cuenca, la situación es igual. Repartidos en varios de los locales que allí funcionan, no más de 10 personas consumen cerveza.
Las chicas van llegando de a poco, entran a los cuartos y luego salen en faldas cortitas, en body y alguna que otra más atrevida, en un tanguita transparente. Pero por allí también solo pasan los mirones.
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Esto es algo que con pesar admite Luis Guanín, secretario de la Asociación de Propietarios de Locales de Arriendo para Servicios Varios del Barrio Salinas, nombre larguísimo con el que está reconocida la agrupación que integra a buena parte de los 59 locales del lugar.
Guanín recibe a EXTRA en el bar El Cartel, donde luego de subir unas estrechas escaleras de metal están los cuatro cuartos, cada uno de 2 x 3 metros, donde las chicas atienden a los hombres por dinero. Las habitaciones lucen limpiecitas, con sábana y un tacho sobre un retrete. Pero no hay clientes.
Y no es por el precio que cobran las sexoservidoras, dice el dirigente, quien rechaza la crítica hecha en un video que se viralizó en redes sociales y que muestra un cartel pegado en una puerta que dice “15 el punto” y luego enfoca las contorneadas piernas de una mujer mientras se escucha la letra de ‘Falsaria’, una salsa cuya letra dice “sé que algún día bajarás de precio”.
Guanín aclara que “hasta antes de la pandemia el costo de la relación íntima era de 12 dólares, y como en el 2020, por la cuestión de la covid-19, esto quedó vacío casi todo un año, cuando las mujeres regresaron de a poco ellas subieron el precio a 15 y de ahí no ha aumentado”.
Agrega que aunque suba el IVA (Impuesto al Valor Agregado), como lo está planteando el Gobierno para enfrentar la guerra interna contra la delincuencia, esto no afectará en nada a las chicas, porque “no es procedente ahora (subir el precio) pues el negocio está caído”.
Esta situación “a la baja” la confirma Isabel, una joven sexoservidora, delgada, ojos café y de buen cuerpo, quien asegura que ese precio (15 dólares) lo vienen cobrando desde hace casi dos años ya. Y admite también que hay pocos clientes y “por eso voy seguido a los pueblos, para poder ganar algo más”.
Igual hace Ericka, quien le cuenta a EXTRA que ‘al barrio’ regresa “como a los cuatro meses”, pues ha viajado a localidades de la Sierra y la Amazonía a brindar sus servicios. “Aquí la cosa está difícil, por eso toca viajar a buscar otras opciones”, señala la mujer cuyo cuerpazo, afirma con picardía, conquistó a muchos en El Coca.
Sobre la falta de clientes, Brenda Rentería, quien lidera la que llama Asociación del Centro de Diversión para Adultos ‘La 18’, confirma que es cierto. “El negocio ha bajado mucho” y “no se puede subir (la tarifa) porque con la situación económica que estamos viviendo, imagínese, peor sería la cosa”.
Recuerda que cuando se retornó de la pandemia se subió a 13 dólares y después de a poco hasta llegar a 15. “Esto afectó también porque hay muchos lugares, como en la entrada a la 8 o la Perimetral, donde las chicas cobran hasta 8 dólares”.
Y en cuanto a cómo se verían afectados si se incrementa el IVA, recalca que subir el precio de la cerveza está descartado. “Eso nos afectaría a nosotros los dueños de locales y arrendatarios, pero subir los precios no”, dice mientras se apura a sacar dos ‘heladitas’ de una de las cuatro neveras que tiene llenas de ‘bielas’ a la entrada de su negocio, Paraíso de Anaín.
Es que Brenda se pone ‘pilas’ para atender a un grupo de tres hombres y una mujer que llegaron a ‘vacilar’ la mañana, mientas en la acera del frente la ‘familia miranda’ sigue ahí, ‘echando lente’ a las chicas, pero sin gastar un centavo.
- Altos costos los tienen ‘ahorcados’
Atentos a las medidas económicas que el Gobierno plantea tomar y que son discutidas en la Asamblea, los propietarios de negocios en el barrio Salinas también deben ver la manera de sacar recursos para ‘pelear su propia guerra’, la de tratar de mantener a flote sus locales.
En ese punto, Luis Guanín, secretario de la Asociación de Propietarios de Locales de Arriendo para Servicios Varios del Barrio Salinas, saca a relucir los altos valores que deben pagar cada año por permisos y otras tasas al Municipio, Cuerpo de Bomberos e Intendencia.
Y sin temor alguno lo explica con lo que invierte en su local, El Cartel, donde tiene un bar en la planta baja y cuatro cuartos en la parte alta. Lo que más se ha elevado, afirma, es la tasa municipal de habilitación: de $ 60 que canceló el año pasado pasó a $ 345 en este 2024; mientras que la patente, por la que pagó 10 ‘latas’ en 2023, este año le costó $ 14,92.
Pero lo que más critica es el permiso que da la Intendencia. “En la época del correísmo, con Julio César Quiñónez se pagaban 15 dólares y lo subió de un solo ‘machetazo’ a 250 dólares”, dice, al tiempo que cuestiona la época correísta..
En este 2024 por ese permiso le tocó pagar $ 523,59, asegura con documento en mano, al tiempo de señalar que todos los negocios están igual de golpeados
- ¡Un negocio de ‘alto riesgo’!
Las chicas que laboran en el barrio Salinas tienen un control permanente en su salud, a fin de garantizar su propio bienestar y el de los clientes, aseguran los dueños de locales donde las chicas pagan por el uso de los cuartos.
Dirigentes del ‘barrio’ señalan que una vez al mes ellas deben someterse a un test bacteriológico para descartar o tratar la aparición de alguna infección por transmisión sexual (ITS) y cada tres meses deben realizarse un examen de VIH y sífilis.
“Esta es una actividad de riesgo”, dice el dirigente Luis Guanín, al señalar que las chicas que allí trabajan deben estar sanitas y hacerse los chequeos respectivos. “De las que están afuera (en la calle 17), no sabemos”. Por eso los clientes deben tener cuidado y saber dónde van, advierte.
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