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En Guayaquil no se respetó la ley seca
Poco o ningún control policial se dio en los barrios populares, donde a la ‘pipol’ le gusta instalarse con la chancleta de biela en la vereda
Escudados en la penumbra de la noche y en los apagones que aquejan a toda la ciudad de Guayaquil, los libadores en los barrios más populares de la ciudad no desaprovecharon para irrespetar la ley seca, que regía desde el mediodía del viernes 19 de abril y duró hasta las 12h00 de este lunes 22.
En sectores como Cristo del Consuelo, por ejemplo, el viernes la energía se fue a las 01:00 y no estaba previsto que regresara hasta las 04:00; aprovechando la situación y también para aplacar el tenaz calor guayaquileño, un trío de amigos sacó sillas plásticas al exterior de un domicilio y con las cervezas bien ‘tapiñadas’ dentro de la funda en un filo se instalaron a beber y aprovechar la fresca brisa.
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Este panorama se repetía en otros sectores como el Suburbio y Guasmo, al sur; Alborada, Sauces y Guayacanes, al norte; y también en el centro de la urbe porteña. En todos los lugares la táctica era la misma, beber afuera mientras durara el apagón y luego seguir tomando dentro de las viviendas cuando ya volviera la energía y se pudiera encender ventiladores y acondicionadores de aire.
Armando, residente de la calle Junín, en el centro de Guayaquil, explicó que aunque él ya se había abastecido de cerveza con antelación, no se preocupaba si se le terminaba porque conocía “una ventanita donde puedo comprar ‘en corto’ más biela o guanchaca”.
Explicó que nunca ha respetado la ley seca porque le parece ridícula. “Nadie la respeta, la gente hace fiestotas dentro de las casas y no pasa nada. Pero tienen a policías en la calle ‘cazando’ a la gente que está tomando cuando podrían estar buscando pillos; esos son más peligrosos que un borracho”.
Rumba en la vía pública
En la Alborada (norte), en cambio, la gente fue más ‘caretuca’. En un tramo de la avenida Francisco de Orellana, donde se acumulan varios negocios de venta de licores y cocteles, los voceadores ofrecían el trago ‘sin paro’.
Avisaban que sí estaban vendiendo con una señal hecha con la mano (como llevándose una botella a la boca), los autos se detenían, les entregaban las bebidas en fundas negras y los carros salían ‘soplados’.
En el mismo sitio, algunos grupos de amigos se estacionaron, pusieron la música a todo volumen y armaron la rumba, el baile y la ‘bebetina’. En este sector la energía también se fue a la 01:00 y esto lo único que provocó fue encender más la farra.
Todo transcurría como un día cualquiera, como que no existiera la ley seca, hasta que un par de muchachos pasados de copas iniciaron una discusión. Se gritaron, se ‘encamaron’, se insultaron hasta que dos policías motorizados llegaron a ‘controlar’ a una muchedumbre de alrededor de veinte personas.
Luego de apaciguar los ánimos de los borrachines, le solicitaron a las personas que se retiran, sin detener a nadie y sin emitir una sola multa, que en este caso es de $230.
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